Obra corte- Amargura escrita.

En aquel coche de colores acaramelados, vidrios polarizados y ese claxon tan nostálgico, ahí acabó esta excursión tan intrépida que llamamos vida, sin embargo no la extraño, no diría que me encanta vagar eternamente entre este plano y el otro, pero me di cuenta de la deprimentes vidas que llevan un montón de gente.

He observado ricachones sentados en sus tronos, con los pies apoyados en la espalda de unos pobres diablos, riéndose a carcajadas sin sentido, degustando cientos de platos, solo por la gula, esa felicidad que tienen es tan repugnante como su persona misma.

Así mismo tuve la desgracia de ver como niños empapados de inocencia y con un brillo latente de curiosidad impregnado en sus ojos, junto a risueños rostros y los sentimientos más puros que algún humano podría alcanzar en cierto punto de su vida.

Las podría comparar con estrellas que brillaban en el cielo, y que de un momento a otro se apagaron sin previo aviso, luces en la vidas de sus madres que las mantenían a raya de la oscuridad y tinieblas que azota este mundo corrompido, obligados a ofrecer su ser y mente a trabajar por unos cuantos billetes, despojados de su pureza y tratados como ganado.

Cuántas vidas he visto desgarrarse, cuánto almas he visto romperse, serán la misma cantidad de rosas que he visto marchitar, una balanza injusta que se acienta sobre el lado equivocado, un tirano sobre las nubes disfruta de aquel crudo espectáculo, mientras soy empujado a ver llorar a los príncipes y reír a los verdugos, damas de finos vestidos con una macabra sonrisas en sus rostros mientras las más puras señoritas torturadas hasta el cansancio, solo por diversión.

Solo soy la sombra de un poeta a medio terminar que vive arrastrando una mentalidad tan desolada, vivo entristecido de la realidad de mi gente, solo me queda mirar, sentado en las miles de promesas ofrecidas como opio.

vigilante de la última llama que reside en aquel viejo altar al que todos rezan pero nadie sabe por qué, las multitudes caminan sin un propósito hacia un túnel sin salida, la niebla en sus ojos se hace tan espesa que no diferencian si están en un sueño lúcido más, o si cada paso que dan es sobre el suelo en el que nacieron.

No poder ni querer aceptar la realidad, ellos están así, indecentes quejándose de la vida que les tocó, asumiendo que tienen que esperar que las cosas cambien sin mover un dedo.

un fugaz deseo de querer vivir se acabó, y el eterno letargo de conllevar una vida llena de miseria y desdicha es lo único que les queda, las luciérnagas que vestían mi jardín en las noches más bellas, ahora solo duermen mientras la sombría decadencia de sus actos acaba con el resplandor de lo que alguna fue aquel jardín.

Talvez estás palabras no tengan pies ni cabeza, ni si quiera se si serán bien recibidas por algún par de ojos, pero fue suficiente para expresarme, sin embargo no lo necesario para apaciguar está molestia que ronda mi cabeza, ni la intriga que me carcome cuando pienso en el mañana, como será un nuevo amanecer.

El títere se seguirá moviendo, aunque se rompan los hilos y el titiritero muera amando lo que hace, mis palabras seguirán escritas aunque mi mirada se torne blanca y mi corazón deje de latir, siempre habrá alguien que de un pedazo de tela vieja, logre hacer los más finos vestidos.