"Concurso maximiza tu mirada".

Cierro los ojos y puedo revivir aquel episodio terrible de un mayo soleado que pronto se nublaría por una lamentable noticia, un ojo entregado a cambio de la convicción de conseguir la libertad de mi país, Venezuela…

Esa tarde vino precedida de acontecimientos desencadenados por un entorno hostil, producto de una situación económica y política decadente que llevó a jóvenes venezolanos a una lucha enérgica, las calles eran campos de batalla acompañadas de un solo grito “Libertad”.

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Foto original editada por mi.

Ahí estaba Alejandro, un hermoso jovencito, músico, estudiante de Historia, el hijo menor de 4 hermanos, con 23 años estaba jugándose la vida, su sueño de una vida diferente era posible más allá de los perdigones, el olor a gas lacrimógeno y la turbia visión producto del humo por los cauchos encendidos en medio del asfalto, su corazón latía fuertemente por un país sumergido en la sombras de su belleza sin igual y el dolor que representa saber que cada hogar tiene sus ollas frías y vacías, así sonaba el Himno Nacional en medio del Viaducto Campo Elías de la ciudad de Mérida.

Foto tomada y editada por mi.

En la nota más alta del himno, cubierto por un short y una franela, asediados por las fuerzas policiales, en el momento mas inesperado su ojo izquierdo se vio invadido por lo que luego los doctores llamaron “objeto extraño” para poderlo atender, ya que por orden del gobierno los heridos en manifestaciones no podían ser atendidos, ese objeto extraño, ese perdigón, atrapó su dulce mirada, cerrándole el ojo…

Foto tomada y editada por mi.

Y ahí me encontraba yo, lejos de la ciudad, al otro lado del teléfono escuchando solo los gritos de esa madre desesperada por la lamentable noticia, el silencio solo tenía llanto, gemidos y lamentos.

Alejandro ahora había entregado por amor a su país su ojito, “tantas veces te lo dije”, eso era lo que yo me decía, “presentí que esto le iba a pasar y no me hizo caso”, esos fueron mis primeros pensamientos, después me dije, bueno, “gracias a Dios que sigue con vida y tiene un ojo para mirar”.

Así fue como renació un nuevo ser, no fue fácil, lloró, nunca se arrepintió, agradeció la oportunidad de continuar con vida, aprendió que tenía una familia que lo amaba y que llegó a conocer más de ese niño introvertido y tímido, que en ese joven maravilloso había un gran corazón lleno de sueños y que quería un país diferente para poderlo lograr.

Lamentablemente el país no cambió, sino continuó cada vez peor, así fue como subido en la montaña rusa de emociones, tuvo que levantar su vuelo en busca de nuevas oportunidades, dejó Venezuela, quien pasó de ser su amada a ser su triste recuerdo.

Y yo aprendí que se puede recomenzar teniendo ganas y que los ojos son la verdadera ventana del alma, que brilla por luz propia y que una prótesis no puede opacarla porque su mirada tiene la misma nobleza, dulzura y brillo de un verdadero héroe, mi héroe ya no es Simón Bolívar, mi héroe eres tú.

Foto tomada y editada por mi.