La marquesita (Cuento) Tercera parte

-Abuelito no terminaste de contarme el cuento.
-Porque te dormiste.
-¿Puedes continuarlo?
-Lo intentaré.
Esa noche no había luna, por lo cual la pequeña lamparita de mesa quedó encendida.
-Después que el Rey condenó a algunos de sus amigos, la marquesa ordenó a sus aliados que no siguieran con el alboroto, de esa manera el reino volvió a la calma, pero juró convertir a todas las ratas en humanos y a los humanos en cucarachas.
-¿Por qué no lo haces? –le preguntó una de las ratas.
-Porque para poder hacer eso debo pasar de marquesa a reina, nuestros poderes son limitados y dependen del título de nobleza que tengamos.
-Embruja al rey y serás reina.
-Lo sé, pero amo al conde y debo lograr que regrese.
-No te entiendo, quieres ser reina pero prefieres al conde.
-El amor es así.
Pasó días muy triste y en las tertulias su rabia la expresaba a través de sus escritos.
Hasta que un día apareció uno de sus emisarios con una noticia que casi le explota el corazón.
-Encontré al conde.
Cantó como un ruiseñor, dio saltos de alegría y bailó con sus amigos ratas por unos minutos.
El portador de las novedades quedó mudo y asustado ante estas expresiones exorbitantes.
-¿Dónde está mi amor?
-Lejos de aquí –respondió tartamudeando.
-No existe en el universo nada tan lejos donde una bruja no pueda llegar.
-Se encuentra en su reino.
-Nos casaremos y será nuestro. ¿Hablaste con él? ¿Me envió algún mensaje?
-Sí, no desea volver a verte.

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