Con algunos tragos encima, Lalo camina en zigzag por la calle, camino a su casa.
La situación económica lo tiene preocupado y disgustado, ya que debe hacer malabares para poder subsistir junto a su familia.
Trabaja como albañil en una constructora pero anhela que todo sea como eran años antes.
Una lata de cerveza se le atraviesa en el camino y como el mejor de los futbolistas la patea estrellándola contra una pared.
Un grito lo deja paralizado.
-Carajo, Me vas a matar todas las vidas que me quedan.
Seguidamente una nube azul se forma y desde ella aparece un genio, con aspecto árabe.
Lalo se frota los ojos y dice:
-No bebo más, esas cervezas como que estaban puyadas.
El genio le dice.
-Por ser tan bruto solo voy a concederte un deseo.
-¿Un deseo? –pregunta sorprendido.
-Claro, no ves que soy un genio.
-¿Y la lámpara?
-Me la robaron y me tuve que mudar a esa lata de cerveza. Ya la delincuencia no respeta nada.
“Sin dudas estoy delirando”.
Piensa Lalo
-Pide tu deseo rápido antes que me roben también la lata de cerveza.
Incrédulo aun hace un balance de lo que le gustaría y responde.
-Yo quiero vivir en la Venezuela de ayer.
-¿Seguro que quieres eso? ¿No tienes familia?
-Claro.
-Pero solo puedo llevarte a ti solo.
Duda, pero convencido que está delirando responde.
-No importa, llévame a mí solo.
Siente como un rayo que se estrella en su pecho y todo le da vueltas.
Su cuerpo gira como un ventilador y cierra los ojos.
Cuando todo queda en calma, asombrado va abriendo los ojos lentamente y ve un gran aviso que le señala el lugar donde está.
“La Venezuela de antier”
El muy desgraciado genio lo transportó al parque temático llamado así ubicado en el Estado Mérida.
Piensa
“Ya ni en los genios se puede confiar”

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