El lector como estrategia textual (II): "Chicle de menta" de José Balza

in GEMS4 years ago


En el primer post de esta pequeña serie informamos que presentaríamos dos ejercicios desde la perspectiva del lector como estrategia textual. Realizamos un tratamiento aproximado, a partir de dos cuentos venezolanos contemporáneos: “Chicle de menta” de José Balza y “Ekida” de Humberto Mata.


El escritor venezolano José Balza Fuente


La selección de estos cuentos responde a la consideración de su carácter de textos abiertos, poseedores de “la doble cualidad de la ambigüedad y de la autorreflexividad”, y “cuyo discurso apunta (...) hacia el principio de la cooperación interpretativa en la narrativa”, como conceptualizaría Umberto Eco, signados por una visión actual de la incorporación de la figura del lector. Nos guiamos, pues por líneas gruesas de la propuesta de Eco, antes señalada. Esperamos que no les resulte muy largo y complicado.


“Chicle de menta” o leer el cuento que se cuenta a sí mismo

Sucintamente, digamos que José Balza es uno de más relevantes autores de la narrativa venezolana contemporánea (novela y cuento), además de reconocido ensayista y crítico. "Chicle de menta" pertenece a su libro La mujer de espaldas y otros relatos, cuya primera edición es de 1986. Aunque es un cuento breve, no es un minicuento, por lo que no podemos reproducirlo aquí; lo recomendable es leerlo o releerlo. Puede encontrarlo en este enlace.

El título del cuento (“Chicle de menta”), como elemento paratextual (según Genette, títulos, epígrafes, notas a pie de página, etc., cumplen una función complementaria del texto central), despierta en el lector sus primeras preguntas e hipótesis. Puesto en relación con sus conocimientos previos ("enciclopedia lectora", le llama Eco) y con un posible cuadro -frame- (Minsky precisa: “Cuando se encuentra una situación nueva (...) se selecciona en la memoria una estructura sustancial llamada frame; se trata de un encuadre recordado (...)) común, el enunciado es significado como ‘objeto de consumo, vinculado a la distracción, el retraimiento y el nerviosismo’, pero también ‘práctica típica de adolescentes’, representación de ‘flexibilidad’ y ‘mezcla’.


Portada de una edición del libro que incluye "Chicle de menta" Fuente


Tomó por la calle más larga: aún había tiempo. La neblina del crepúsculo y la aparición de las casas –como sólo ocurre al final del año escolar—a través de las hojas transparentes confirmaron su alegría. Atardecer de junio, cristal verde en el parque. En el viejo teatro de Catia sería el acto (…) Frente al cine, algunos muchachos de la escuela, de otros cursos. Él pasa sin verlos (…)

Con una voz en 3ª persona singular se inicia el discurso narrativo que relata una acción realizada por alguien desconocido hasta el momento, en un espacio de ubicación imprecisa (“calle más larga”), e introduce un enunciado conclusivo sin referencia conocida: “aún había tiempo”. Esta expresión permite inferir una omnisciencia de la voz narrativa. Surgen inminentes preguntas: ¿de qué lugar se trata? ¿había tiempo para qué? Son vacíos a ser llenados más adelante.

También dos datos descriptivos que contrastan según nuestros códigos perceptivos tradicionales: neblina del crepúsculo / aparición de las casas. La competencia enciclopédica del lector entra en funcionamiento: contraste opacidad / transparencia. Y un indicio temporal sorprendente, descontextualizado: “como sólo ocurre al final del año escolar”. El lector puede elaborar una tímida hipótesis, al pensar que se trata de un personaje vinculado a la escuela (¿un estudiante?). La situación descrita “confirma” la alegría del personaje. Nuevas preguntas: ¿por qué? ¿cómo se conecta esto con el “aún había tiempo”? La estrategia del discurso avanza para dar cuerpo a la cooperación interpretativa, e inmediatamente se precisan más las referencias espacio-temporales: “atardecer de junio” y parque; además, se conoce ahora la acción objeto del interés del personaje: “En el viejo teatro de Catia sería el acto”. La enciclopedia activada del lector y sus hipótesis establecen las conexiones: adolescentes - parque - junio -acto de fin de año escolar.



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La estrategia de regulación de la información cumple sus efectos. Se entretejen leves pistas. El lector percibe la actitud nerviosa y enigmática del personaje, manifestada en el apresuramiento y la conducta evasiva, representada en el lector por la intervención de posibles cuadros comunes y/o intertextuales.

Todo lo anterior se conjuga para que el lector construya la hipótesis de la espera: “y se instala cerca de la puerta”. Tal hipótesis crea la expectativa, corroborada seguidamente. Un cambio en la escena: la llegada de las niñas acompañadas por sus familiares. Se acciona aquí un cuadro común e intertextual que establece la diferencia con la situación psicosocial del personaje (niñas acompañadas de familiares / personaje solo). La expectativa se profundiza mediante un recurso textual de ricas implicaciones: “Inesperadamente una sombra violeta desciende del autobús que acaba de estacionar”. Sorpresa del lector, que se configurará como opacidad, en correspondencia con la imagen de la "sombra violeta", que puede analogarse, a su vez, con la "neblina del crepúsculo". La estrategia discursiva es aquí compleja y eficiente, especialmente en este juego de correspondencias. La hipótesis se refuerza con la aparición de las alumnas, y todo se confunde o borra: árboles, compañeros, etc., hasta que aquellas “desaparecen en la penumbra”. Mirada del personaje, mirada del lector confundidas.

Ahora se identifica al personaje con un nombre: Giovanni, como si saliera de su neblina. Pero la inquietud de este continúa. La operación textual pareciera dirigirse a reforzar la expectativa lectora. Enceguecimiento, soledad e incertidumbre del personaje funcionan como recursos para producir el lector modelizado. La pregunta “¿Quién es?” apuntala la hipótesis que se ha ido formando, el centro de interés del personaje: una alumna de quien está enamorado.

Una frase del narrador, que sabemos omnisciente, trastorna la convencionalidad del relato. Estrategia textual que crea una suerte de suspensión en la comprensión del lector. La frase dice: “Él no sabe lo que va a ocurrir dentro de poco y, sin embargo, lo sabe”. El procedimiento devela el juego de correspondencia personaje-lector ya anotado. Y da paso a su concreción en el uso de otra estrategia discursiva: la figura del destinatario del discurso del narrador, o “narratario”, tal como lo ha denominado la teoría literaria reciente (Genette, Block y otros). El narrador “habla” a Luis Alberto; cambiando ahora su voz a 2ª persona, se dirige a quien le ha relatado la historia que él narra.


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La introducción de esta estrategia complejiza la cooperación interpretativa: una complicación de los niveles de realidad: experiencia vivida / experiencia ficcionalizada; personaje desdoblado como personaje: Luis Alberto / Giovanni. A partir de este momento, la competencia lectora marchará en dos líneas paralelas o confundidas. El lector se dispondrá a construir hipótesis en otro nivel, atento al artificio que ha aparecido en el texto.

Comienza una nueva previsión discursiva del lector, otra forma de actualización textual. Ahora una doble expectativa. En una línea, el aburrimiento de Giovanni , el acrecentamiento de su espera y la proximidad de la actuación de las alumnas invitadas. En otra, o la misma desdoblada, la confrontación de los niveles de realidad. Podría intervenir aquí la competencia enciclopédica, como cuadro común (el espejo) o cuadro intertextual (Don Quijote u otro texto cultural). La estrategia textual provoca una nueva inquietud que lleva a pensar en la relación entre realidad del autor real (autor empírico) y realidad del autor textual (autor implícito, autor modelo). Es una inferencia en ciernes en el lector, que podría resumirse en la pregunta: ¿cuál es la realidad de la literatura? Esta conjetura se sustenta en el contacto con frases tales como: “Eres la única persona que puede trastrocar algún detalle”, “cuando haya escrito tu propia narración, quedaremos fuera de ella”.

Luego, la estrategia textual abigarra más la confluencia de realidades. El juego con los personajes es patente. Un elemento nuevo entra para actualizar la interpretación y reforzar la hipótesis acerca el comportamiento del texto: el nombre de la muchacha es Alicia. Cuadro intertextual activado (Alicia a través del espejo). Pero lo más destacado es la consideración de la condición de personaje, es decir, de ente creado textualmente. En frases como: “No lo sabías realmente” y “(...) porque aún la memoria carecía de elementos concretos con los cuales operar”, la naturaleza ficticia del personaje queda en evidencia: su condición de ‘ser’ que se construye. Pero, a la par, de ente con determinada independencia, la que le otorga su carácter de realidad textual: “te equivocaste al decir: ‘¿Quién es?’ y no ‘¿Quiénes son?’ ”

La expectativa en suspenso de la línea inicial parece abrirse nuevamente. La estrategia discursiva retoma la relación puesta en juego al comienzo: transparencia / opacidad, atmósfera física / atmósfera psicológica, para construir la previsión de un final posible: “Yo diría que la intensa claridad del parque, la neblina y el sol de la tarde también anticipaban para ti la presencia de Alicia”. La ambigüedad de las realidades se rubrica en la interrogación colocada inmediatamente: “¿Te ríes?”.


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El diseño textual, ya suficientemente asumido por el lector, continúa. Se acerca el final del cuento, y como una puesta en escena de la operación discursiva, el ‘relato’ recomienza así: “El telón se corre y la escena está en sombra violeta”. Parece recuperarse la separación entre ‘realidad real’ y ‘realidad ficticia’, con las expresiones: “(...) ya la música está sonando; es la pieza de Tchaikovsky que tú has nombrado, Luis Alberto. Giovanni nunca había escuchado música similar”. Conjetura: funciona esto como estrategia para fundamentar el final. En el mismo orden, simulando volver a la línea inicial, el texto retoma las analogías usadas en ese nivel: “Los cuerpos de las bailarinas se pierden entre los árboles de un jardín; en él, Giovanni reconoce el parque por donde pasara antes”.

El cuento parece terminar. La estrategia textual sostiene la expectativa del lector. Lo esperado por el personaje de la historia primera se presenta. Alicia, en contraste con la psicología predominante en Giovanni, es transparente (“blanca, feliz, ella baila”). Se origina un enlace entre el estado de Alicia y la situación que ahora vive Giovanni: “La felicidad de Giovanni hace conexiones entre la muchacha, la música y la sencillez del chicle. De pronto entiende las tres cosas. Una nueva emoción está en él”.

El texto juega al “final feliz” para aparentar complacer la expectativa tradicional que se forja un lector corriente de una historia de amor, pero su estrategia profunda es provocar la suspensión de la previsión interpretativa en un lector que ha sido modelizado para inferir que no es ese el cierre del cuento. No obstante, en el lector se genera la interrogante sobre el significado de esas “tres cosas” que el personaje “entiende”. Sólo puede postularse algunas conjeturas sobre el significado de la música como atmósfera y recuperar la imagen del chicle como la representación de la comunicación intersubjetiva de la pareja de enamorados. Pero tales conjeturas quedarán en vilo, porque el cuento retoma la otra línea de realidad.

El texto retorna a la línea estratégica que había permitido al lector postular la inferencia del tópico “realidad de la literatura”. El narrador habla -discurso final- a Luis Alberto (narratario) sobre la operación que realiza: “Puedo contarla, Luis Alberto: puedo trasladarte al futuro o al pasado: poseo el lenguaje”. La inferencia se confirma: la literatura posee su propia realidad, una realidad hecha con y de lenguaje. La estrategia textual, directa pero sugerente, hace que el lector, doblado en el narratario, piense en el trastrocamiento de la realidad como función poética.

El lector corrobora así la previsión general acerca de la naturaleza metatextual del cuento. Un cuento que se cuenta y habla de sí mismo, que exhibe su propio proceso como elemento constitutivo. Narra y muestra su realidad de artificio, entrelazada a la realidad fabulada y a la otra realidad menos evidente: la de la lectura, la de la cooperación textual.

Referencias bibliográficas:

Balza, José (1986). La mujer de espaldas y otros relatos. Caracas: Monte Ávila Editores.
Eco, Umberto (1987). Lector in fabula. La cooperación interpretativa en el texto narrativo (2ª ed.). España: Edit. Lumen.
Genette, Gérard (1989). Figuras III. España: Edit. Lumen.
Jaffé, Verónica (1990). El relato imposible. Caracas: Monte Ávila -CELARG.

Gracias por su atención.

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