El Baco. Cap. 71dsteemCreated with Sketch.

in #spanish7 years ago

Mientras Emilio transcribía, Clara y Leo seguían la veloz carrera en busca del Vasco para darle otra copia de las fotografías. Por más que se apresuraron, no lo encontraron por ninguna parte, pues se cruzaron con él por el camino, ya que al ser llamado por Emilio para decirle que se había hecho con la fotografía del pergamino de su herencia, dejó de corregir el montón de exámenes y tomó los ocho pergaminos que guardaba, pues, aunque no eran importantes para su provecho, quería cerciorarse de que pertenecían a la colección del mismo amanuense, comparando las idénticas características materiales con las de los pergaminos que había robado Pablo. Llegó en poco más de media hora a casa de Emilio Jiménez Sánchez, “el de la peluca”. Como el Vasco era soltero y ahora vivía solo en un apartamento de la costa, nadie pudo dar a Leo y Clara señas de dónde se encontraba. Después de cada aparcamiento, durante la enfurecida búsqueda, cerraban la portezuela del coche sin volver la cabeza para no perder tiempo, y salían a toda carrera cruzando las calles por cualquier sitio menos por los pasos de peatones.
Regresaron a Málaga, al Instituto, y ya no había nadie; sólo goteaban algunos profesores y alumnos del horario nocturno, de tal manera que su proyecto parecía tambalearse; y por ganar al tiempo la batalla se fueron más deprisa al Málaga Palacio
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y le dijeron a Honorino que ellos mismos habían entregado los pergaminos originales a Emilio en presencia de Damián y el Vasco, para que los devolvieran al archivo diocesano de la muy noble, leal y benemérita ciudad de Astorga; y que los avarientos profesores también querían el cuaderno de su tío, el hermano de su madre; pero que afortunadamente pudieron esconderlo en el mismo Instituto en un lugar seguro, para devolvérselo a su primitivo dueño, ya que por mandato expreso de Pablo, de llevárselo alguien, sería doña Adela y don Honorino; por lo que al infeliz notario se le escapó un «bravo muchachos» y ya no quiso cuentas con el trío. A Clara, por un momento, le dio pena de Honorino cuando perdió la compostura y sobriamente los animaba con los labios prietos y el puño vibrante. No podía creerse lo que estaba viendo con sus propios ojos: era imposible entender razonadamente que un hombre importante como el notario se manifestara como un niño. Al principio le parecían tales atrocidades lo que le estaban haciendo, que nadie con entrañas podría seguir urdiendo el enredo; pero poco a poco se fue dejando seducir por Leo, quien, después de lo que había soportado durante las investigaciones de la policía, ya no se arredraba ante nadie; y con muy pocas palabras y alguna que otra mueca le instaba a que lo siguiera pues no quedaba tiempo de darle explicaciones. Para que no hubiera dudas y hubiera varios testigos, le dijeron al notario que el día siguiente por la mañana, en el Instituto, los seis reunidos le harían entrega del cuaderno como la forma más segura de que no se lo arrebataran. Honorino sacó el pecho de mozo de pueblo y sentenciaba a los tres profesores: «Qué se habrán creído». Esa noche dormía más tranquilo habiendo confiado en los muchachos y por la mañana se dirigió al Instituto.
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Great pics with nice lines, good work @jgcastrillo19

Amigo, buen relato! Un saludo.

Sus escritos son intrigantes. Buen dominio del arte. @jgcastrillo19

Nice story. Thank you for sharing.

Each part is interesting! Nice post. Thanks.

@jgcastrillo19 thanks for sharing!! Keep posting.

Gracias

Muy buen Capitulo de nuevo amigo

Interesante y reflexivo capitulo el de hoy, muchas gracias por tan buen trabajo

Gran capítulo!

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