Bailando bajo la luna

La luna hacia brillar la noche como si no existiese un amanecer en espera. Cuando quizás por casualidad o por causalidad, dos almas procrearon una conexión cuando se miraron a los ojos. Par de desconocidos, ambos extasiados de soledad. Sus corazones palpitaban como si quisieran escapar de sus cuerpos. Él sintió que el sonido de la noche quedó en silencio, ella sintió que la luna se hacía más grande. Su reacción fue acercarse y conocerla, aunque sus nervios lo empujaban para retroceder.

Se armó de valor y logró provocar en su cara una sonrisa. En ese momento, olvidó que la palabra “mal” existía. De pronto sonó su canción favorita, el destino empezaba a unirlos. Él tomó su mano con una delicadeza pero ella sentía que temblaba. Ambos rompieron el hielo y se acercaron a la pista de baile. Sintieron que sus vidas tenían tanto en común, aunque eran diferentes.
Él tomó de su cintura y su mano como si fuese un regalo. Ella encontró el significado de la palabra “protección”.

A medida que transcurrían los minutos, desearon con tanto desespero que la noche nunca terminara. Aunque querían ver y conocer todos sus gustos al día siguiente. Sus sentimientos se agudizaron, sentían que bailaban en el rincón de algún paraíso. Por momentos sus bocas susurraban que se querían, aunque no decían nada. Olvidaron que tuvieron amores en el pasado y sus ganas de conocer a alguien más se esfumaron.
Cuando la música finalizó, sus sonrisas de placer brillaron como cada estrella que adornaba el cielo… Y se besaron, escribiendo el inicio de una historia en el libro del destino.

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