Desde que era pequeña recuerdo que me gustaba escribir, escribo frases que me gustan, ideas, me gusta anotar para no olvidar, para recordar, copiaba canciones para aprendérmelas, así como poemas. Las palabras han sido para mí una fuente inagotable de emociones, misterio, magia y curiosidad. Me encantan las palabras, sus significados, la forma en que se combinan, el juego que crean.

Las palabras me han ayudado y me han brindado respuestas, también me han dejado muchas preguntas. Con las palabras puedo darle forma al mundo que me rodea, o al menos intentar bosquejarlo. Aprendí que ellas aburren cuando se hacen clichés, como aburre la rutina sin alma en el mundo, lo repetitivo. Unas palabras frescas descubren una nueva imagen, emoción o sentimiento.

Me gusta descubrir esas nuevas combinaciones como quien mira el mundo desde otro lugar tal vez volteándose como hacen los niños para mirar las cosas de cabeza. ¿No ves como todo se ve distinto cuando te inclinas un poco? O si tan solo te recuestas en la hierba… o el en piso.

Así es con las palabras.

Para que puedan tener este efecto revelador es necesario dejar los sitios comunes, los tópicos, los clichés. Claro, esto implica empezar a pensar en lugar de solo repetir las frases escuchadas una y mil veces, esas que ya no dicen nada porque están muy desgastadas.

Para encontrar las palabras frescas hace falta escribir mucho, como si nadie fuera a leer, como si nadie mirara. Es como cantar sin miedo, bailar sin que nadie este. Allí puedes ser tú mismo o tú misma. Allí puedes encontrar las palabras propias, las que son solo tuyas.

Es por esto que pienso que escribir ayuda, y no solo por simplemente desahogarse, ayuda a descifrar el interior a exponerlo, a descubrirlo, ayuda a conocer ese yo que no has podido ver en medio de la bulla de todas las frases hechas.

Es así como puedo llegar a ver cómo miro el mundo, cómo lo siento. Eso solo puedo verlo en mis palabras, no las de ahora, sino más que todo en las de ayer, en las de hace tiempo. En aquellas palabras de las cuales he podido distanciarme para dejar de verlas como mías.

La distancia ayuda a ver los escritos de forma objetiva.

Es así como llevar un diario, por ejemplo, ayuda. En un diario puedes escribir no solo lo que hiciste en el día, también puedes escribir tus reflexiones, ideas, pensamientos y sentimientos. Si puedes hacerlo íntimo y tuyo, será un fiel amigo, un espejo, un reflejo que en muchas ocasiones, puede ser bello.

Muchas gracias por leer y comentar.

^{Las foto es de mi autoría las tome con un teléfono Samsung SM-A105M, editada en Ligthroom}

@inspiracion