Cambiando prioridades

Es increíble que la vida nos arrastre según lo que creamos más importante… vivimos como si tuviéramos todo el tiempo por delante, nos damos el lujo de sufrir por aquello que creemos “importante”… solo basta una gravedad, una enfermedad o la amenaza del final para que las prioridades se volteen y se abran los ojos a nuevas realidades que por simples no llegaron a apreciarse, a valorarse.  ¿Cuánto cuesta amanecer? ¡Cuánto cuesta la libertad de poder andar e ir a donde uno quiera? ¿Cuánto cuesta abrazar, escuchar un te quiero del ser amado? ¿Qué precio tiene la paz de no sentir dolores? ¿Qué precio tiene poseer la fortaleza para soportarlos o la valentía de continuar? Muchas de estas cosas son dádivas que se dan por sentado.  Puede que para despertar haga falta sopesarlo.

Puede que sea bueno de vez en cuando percatarse de lo efímero de cada momento. Puede que sea necesario saber que nuestros ojos hoy están abiertos, que pueden tener todo el brillo de la completa presencia de nuestro ser, allí donde estamos, y vivir verdaderamente el momento, sin el lastre del pasado, de las dudas, los pesares, las expectativas. Solo basta cambiar la perspectiva.