Corazones rotos

in #cervantes5 years ago


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El atardecer la ponía melancólica, desde mucho tiempo atrás esta sensación la acompañaba diariamente y se agravaba aún más los días domingo.

Su paso por la vida había tenido hasta ahora altibajos, más bajos que altos por supuesto y la habían marcado como las muescas que un pistolero hace en las cachas de su revólver cada vez que ultima una víctima. Gracias al destino no había vivido en el lejano oeste porque no conocía ningún arma que tuviera las cachas de la empuñadura tan grandes como contener todas sus marcas.

Los atardeceres se le pintaban como el final de una tarea donde debía recordar, evaluar y obtener un balance de lo hecho, eso no estaba mal solo que siempre el resultado era el mismo: la jornada no estaba finalizada, había atrasos y abandonos, era un fracaso.

Pero no siempre había sido así, hubo un tiempo de felicidad, de amor, de plenitud. Hubo un tiempo donde todo era perfecto, maldecía a cada instante el día en que todo acabó por un capricho tonto de ambos; como siempre las peleas son importantes y definitorias en el momento en que se desarrollan, mínimas, tontas, superfluas y evitables cuando se las mira detrás de la ventana de la distancia.

Su orgullo y probablemente también el de él confabularon para que la relación terminara, para que tres años de construcción de una relación armoniosa y estable se vinieran abajo como si los cimientos se hubieran asentado sobre arenas movedizas. Increíblemente su amor se mostró quebradizo como el cristal y estalló en tantos pedazos que jamás se pudieron volver a encontrar y unir.

La semana pasado lo vio sentado en el mismo bar donde pasaron tantas tardes hablando de tonterías, donde todo lo que decían era una excusa para estar juntos y disfrutarse. Pasó por su cabeza la idea de entrar y saludarlo, saber cómo estaba, si también él sufría en los atardeceres. Pero no se animó, tuvo vergüenza de enfrentarlo o quizás miedo, ¿el orgullo continuaba ahí? no sabía que pensar.

Ahora pasa casi todas las tardes por la puerta del local pero no ha vuelto a verlo, quizás sea mejor porque no soportaría saber que él está mejor, que no se siente mal y que lo ha superado, que no se siente fracasado y no piensa en el abandono y el abatimiento.

Tan nerviosa se puso que no se dio cuenta que él también la vio, que descubrió que dudaba en entrar, que se sintió morir cuando finalmente Verónica siguió de largo. ¡Qué hermosa estaba, más linda que nunca!

Enzo no volvió al bar, no porque no quisiera sino porque no se animó, se había recompuesto de alguna manera juntando cada fragmento de su ser que estalló en mil pedazos cuando se pelearon y sentía pánico de volver a pasar por lo mismo otra vez. Quizás si en otra oportunidad la volviera a ver tal vez, solo tal vez, se animaría a hablarle nada más que para recordar los tiempos en que fueron felices, saber si ella lo había superado.

Enzo no estaba mejor, solo se había conformado, como los niños pequeños que lloran hasta quedar agotados. Todavía, luego de tres años se ponía melancólico cada atardecer, y era peor en los días domingo.


El dibujo es de mi propiedad

Héctor Gugliermo

@hosgug

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Hola @hosgug

Te comento al leer el titulo de tu publicación, vino a mi mente un grupo musical chileno muy famoso los que cantan tren al sur.
si mal no recuerdo en una de sus canciones lleva ese titulo .

Gran historia de amor, que siempre alguno de nosotros hemos vivido.

Te envió un gran abrazo muy fraterno amigo.

Muchas gracias querido amigo! Hay una enorme cantidad de canciones sobre este tema, casi tantas como corazones rotos.

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