Imagínense que el cine de color nunca llegó Toda su vida y todas las historias de los demás son vistas en blanco, negro y en todas las escalas de grises.

Cuando estaba en la escuela y me enseñaban los colores, mi maestro habló con mi madre porque no pude distinguirlos como los demás niños. No fue sino hasta que tuve que ir con mi mamá a la tienda de telas para hacerme un vestido que ella reconoció que, de verdad, debía llevarme con el doctor.

El experto en salud le dijo que mi condición no tenía arreglo y que no había medicamentos para aliviar el único síntoma que aún padezco.

Recuerdo que cuando era aún muy pequeña, pasaban películas muy antiguas por un canal de televisión nacional. O eso creo. En fin, recuerdo las caras de un par de actores porque me parecían atractivos. Cuando tuve una idea del paso del tiempo supe que probablemente ellos ya estarían muertos.

Ahora que soy adulta pienso que tal vez el filme en cuestión no era tan viejo sino que mi percepción alterada me hizo creerlo así. Los dos tipos pueden estar vivos, todavía, pero viejos.

Lo que mucha gente joven no sabe es que, una vez que las películas con sonido llegaron, muchos actores mudos no pudieron continuar con sus carreras. Se retiraron de la actuación y buscaron otras formas de ganarse la vida o se deprimieron y no volvieron a ver la luz por el resto de sus vidas.

Entre mis documentos de identidad tengo un carnet de discapacidad. La gente se sorprende al principio ya que no uso silla de ruedas ni muletas ni tampoco aparento tener alguna clase de retraso trastorno mental. Además, cuando se los explico les cuesta creerlo.

No entiendo porqué cuando se trataba del audio la gente se descontrolaba, pero en el caso del color de las imágenes, lo dejan pasar.

Sin embargo, debo admitir que mi ausencia de percepción del color es mucho menos obvia que la sordera.