Vida o muerte

En la sala de interrogatorios la nueva especie
nacida del resentimiento y el placer por el dolor ajeno
aplastaba la humanidad sangrante de aquel que,
ante la indolente sinrazón, perdió la batalla por la cordura.

¿Quién te pagó?
¿Quién está detrás de esto?
¿Dónde están tus cómplices?

Entregado a la vitalidad del dolor,
el mártir, orgulloso de su obra,
sabiéndose muerto,
habiéndolo perdido todo, menos la dignidad,
musitaba entre sangre-sudor-lagrimas-saliva-vomito
y dientes rotos
su proclama de fe, su testamento.

Los poderosos no entienden de cosas de vida o muerte.
Su comodidad no les permite
oler la pobreza,
ver el dolor,
oír la impotencia,
saborear el hastío,
o sentir el vacio de los que se han ido;
algunos con sus pies, otros sin ellos.

La mutilación trasciende el cuerpo físico.

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Los poderosos no entienden de pérdida.
Su ambición y soberbia
solo les permite saber de alianzas, pactos, mesas, camas, piscinas.
Cornucopias desbordadas de
lujuria.
jugos que discurren cuerpos grasientos.
Manjares servidos sobre cuerpos inertes
de niños famélicos y ancianos secos.

Y mientras se reúnen y ríen y fuman y beben y comen y cogen,
hay "terroristas" perdiéndolo todo.
Pierden la visión,
la sonrisa,
los hijos y las madres;
pierden amigos, vecindarios y tradiciones;
pierden propiedades,
riñones,
piernas
y hasta la cabeza.

Y no es sino hasta que uno de estos terroristas
que ha perdido la cabeza
encuentra uno de estos poderosos de mentira rápida, y mirada arrogante
que estos entienden, con todos sus sentidos
arremolinados en un cobarde grito,
lo que significa que la vaina sea de vida o muerte.

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