Mi soledad y yo.

He roto palabras,
El río se la lleva con ellas
Como el olvido a las orillas del mar;
El silencio me saluda y me dice,
Yo soy su guía.

Yo sigo en ello, en el trance,
Mascullando, mordiendo mis labios para no
Perder lo más cercano que tuve a una compañía.
Soledad.

Oh sí, soledad.
Cuando te veo mis cabellos se erizan como
Las brisas de los abedules al frío
Como la cobija de las telarañas al ser mordido
Y la muerte fuese llegada al lado mío.

Si para que nada nos atrape que nada nos una.

Entonces que nada me una a esta vida,
Ni estas llanuras: de cielo, de montañas, de mar.
Que ni la rivera del río me busquen
Yo fui y seré lo que solo este poema se resignó ser.

Las letras intercaladas en busca de significancia
Escapando de insignificantes, escapando de olvidos.
En busca de que sepan que, en un mundo lleno de
Gente y macabros haya alguien que logre comprender a
Soledad.

Oh soledad, tú me resignas a ser.
Me resignas a llevar dentro de mí este bullicio en
El pensamiento que me permita ver con impronta atención
Cada una de las partes de mi piel como las riveras
De este pleno paisaje.

Ahora soy este paisaje, y este poema.
Y esta letra, y la siguiente, la que viene.
¿Ves lo que dura existir?
Si pudiera tomar el tiempo de forma impronta
Y almacenarlo en algún sitio de repisa sería
Donde soledad y yo ya no seamos escoria.

Porque eso somos.

Escorias del mundo, ya nadie los busca
Sin embargo, nosotros estamos entre ustedes.
Nosotros somos ustedes.

Letras y paisajes olvidados.
Bellezas y recuerdos tergiversados,
El silencio en busca de un ruido
Y yo busca de sentido.