Un amigo para el caballito de madera

Desde que nacemos e iniciamos a comprender el valor de las palabras, todo ser humano y algunos animales, necesitamos expresiones que nos infundan aliento y llenen de energía, cuando estamos decaídos o cansados; en esos instantes es donde comprendemos la compañía y el valor de la amistad. La escritora sordo-ciega Hellen Keller que bien lo expresó cuando dijo: “Mis amigos han hecho la historia de mi vida; de mil formas han convertido mis limitaciones en hermosos privilegios” Acompañaré estas frases con una tierna historia, acompáñame por tres minutos…

Un niño de 5 años, espero ansioso el día libre del padre para que lo llevará a pasear por el bosque; antes de partir con las mochilas que cada uno llevaría a las espaldas, con los refrigerios, el padre puso de testigo a la madre, de que se comprometiera a caminar de ida y de regreso. El pequeño estuvo de acuerdo. Partieron y la primera hora de caminar estuvo llena de risas y curiosidades por todo lo novedoso que presentan los bosques por primera vez. Pararon a tomar el primer refrigerio. ¿Cómo estás de fuerzas? -pregunto el padre- algo cansado, contesto el pequeño, ¿me puedes llevar en tus hombros un rato? -pidió el niño-

El padre asintió, con la promesa de sólo unos 10 minutos; el hombre inició a pensar que tenían que devolverse; sin que su hijo lo notará; de repente vio, las ramas de un árbol que fue talado; logró divisar una muy parecida a un caballito que el pequeño tenía en la casa. Se acercó lo bajo de los hombros y le dijo: te voy a presentar un hermoso caballito, que si lo tratas bien, él te llevará de vuelta a casa y además podrá ser hermanito de Lalo, tu caballito de siempre. El hombre saco una navaja de bolsillo y organizó el tronco, dejándolo muy parecido a un caballito.

El niño saltó de alegría, -y dijo-¡no lo puedo creer papi, donde estaba el hermanito de Lalo! De inmediato, montó su caballito y hecho a trotar sin protestar; de regreso no pararon a tomar el segundo refrigerio, el pequeño saltaba de alegría, para presentarle el hermanito a Lalo; llegaron al hogar, el niño comió como nunca sin protestar, se ha duchado, pues llegó bañado en sudor y ha dormido profundamente feliz.