El Caballero de la Candela

Esa pregunta la planteo el abuelo de la playa, cuando una tarde llegue a consultarle sobre la iluminación personal, por aquellos días promocionaban clases de Yoga y había esa promesa para quienes practicaran disciplinadamente. En el salón había un cuadro con una frase del corredor de bolsa Henry S. Haskins: “La oscuridad podría iluminarse un poco si primero practicamos usar la luz que tenemos en el lugar donde estamos” Le conteste al abuelo, aquella vez que conocía cuatro, -la luz de la bombilla, de la vela, del sol, de las estrellas- ellas son parte de la verdad, pero te falta encontrar dos.

Te contaré una breve leyenda, al final sabrás cuales son. En los primeros años, luego del nacimiento y muerte de Cristo; por allí en Jerusalén, que estaba gobernada por el imperio romano; en una noche de copas y fanfarria, surgió un desafío entre los caballeros-soldados romanos que conquistaban reinos; estos andaban con armaduras, para protegerse y también para no ser reconocidos. El desafío fue: -quien fuera capaz de llevar una candela encendida a la península itálica, recibiría un ascenso y una bolsa de oro. Por aquella época las candelas eran alimentadas sólo por aceite, el caballero debía viajar sólo.

Ribeiro, fue el único que acepto el desafío, todos sus compañeros se burlaron de él, porque era el más rudo, decían que ni a la esposa quería, era el más sanguinario; medio cuerdo y borracho, le entregaron la candela; y con un carbón encendido de la fogata que los calentaba, le iniciaron la llama. Partió al atardecer, debía llegar al amanecer del día siguiente. Su caballo era de los más veloces, por lo que tenía que frenarlo, para que el viento no le apagará la candela; fue interceptado por unos bandidos, luego que lo despojaron de sus pertenecías, también le quitaron el caballo, dejándole uno viejo, muy lento, se burlaron luego que les contó la misión que tenía; es imposible y se alejaron.

Pasaban las horas, Iba tan lento, que logró observar la luz de las estrellas y la luna, no las había contemplado, una mujer al verlo, le salió al camino y le rogó que le dejará encender una hoguera para preparar alimentos; acepto y con toda paciencia, le ayudo. Cuando estaba amaneciendo, unos animales salvajes lo atacaron, logró ahuyentarlos, pero se le apago la candela.