Desnudando la madera
Primero que todo un gran saludo a toda la comunidad steemit
En el proceso del tallado en madera una de las primeras etapas es la de quitar la corteza si así se desea. En lo personal esta acción me abre un mundo de posibilidades en las que visualizo y reflexiono acerca del futuro y el pasado de la madera que tengo en mis manos.
En esta oportunidad les presento una serie de fotografías tomadas con mi Samsung Galaxy Grand Prime Duos, acompañadas con una cavilación humilde interior que espero encuentren sugestiva y atrayente.
Manos a la obra
Como escultor encuentro una relación íntima entre la madera y mis manos, las cuales sujetan a su vez un martillo, una gubia o un formón que excavan y moldean buscando…
…quizás un sentido, un propósito, un mensaje o incluso un sentimiento.
Esta relación es una aproximación o una perspectiva inusual de la busca poco a poco llegar a los linderos de los instintos más básico, es casi un proceso de abstracción de lo que de verdad nos hace humanos y lo que, en el caso de las maderas, las hace naturaleza hechas carne.
Este proceso pasa a ser una travesía casi sexual, la cual usurpa plenamente el volumen azotado por las fuerzas de la voluntad, desbastando aquello que sobra, una prenda, un miedo, un complejo, aquello que nos aleja de lo humano, de la esencia, lo natural; buscando desnudez.
Desnudar la madera se refleja al desprender los trechos y las extremidades que no se necesitan; por el momento…
Quitar capa tras capa de ropajes de vergüenza, dejar libre de su corteza que muy dúctilmente y sumisamente se rinde ante el golpeteo fulminante y de vertiginosa cadencia que separa y emancipa lo que hay debajo.
Verla desnuda, verla libre, y ver su esencia, es un despertar y un frenesí de emociones y pensamientos.
Este proceso otorga una capacidad de percepción de lo que está más allá, en la madera se observa y se codicia un nivel de conciencia de lo que está escondido, de aquello que vale la pena escrudiñar sesión tras sesión de arduo despojo de sobrantes y añadidos innecesarios.
La madera obediente de nuestros arranques de creatividad naturalmente genera una disputa oriunda en forma de nudos, fibras, grietas y vetas que sellan el destino de nuestras callosidades y cicatrices con el objetivo de encontrar en ella su propia dimensión en protuberancias, en su corpus.
La madera es la hija de la naturaleza, de la Diosa madre, de sus tentáculos y raíces; estos bastardos, estos falos, estas hembras emergen del resultado de su mundo, de su día a día, de donde duermen y que función cumplen. Se entregan y desprenden de su libertad al morir; se sacrifican como ofrenda inagotable y renovable casi como una madre, siendo la madera: ELLA, un ser de exploración, una mujer con muchas caras que afrontan una realidad distorsionada; una realidad protagonizada por la vida y la muerte.
Esta cotidianidad rodeada de basura, llena de podredumbre, de muerte, no es un punto y final, más bien un continuo en el que la vida se desarrolla, presente en la caída de un cabello, de las células muertas de la piel, de una uña cortada, de un perro atropellado, de un indigente famélico, de una economía desmoronándose; la muerte es un proceso perenne del cual la vida es testigo único.
Por esto la vida en un cierto punto de vista vive con la muerte, la vida resucita aquello que está muerto, el arte revive aquello que ha muerto, el hombre trata de revivir a la naturaleza incompetentemente, la mujer revive al hombre de su sueño eterno de “más”; estos le dan un nuevo sentido a un tronco desdeñado, o a un lote de plástico o a fierros oxidados. Estos occisos se articulan en una clase de conclave de ultratumba, emergiendo en una integración de objetos sin vida y sin función con un nuevo propósito, un designio cuya tarea es la recolección de motivos que contextualicen su nueva forma, su nueva vida.
Estos materiales están impregnados de una ancestral naturaleza, de vestigios de una vida pasada, de carácter anacrónico, aquello que ya no sirve, de aquello olvidado, de aquello muerto que conlleva a la travesía de la resurrección trayendo de la mano la nostalgia, el anhelo, esperanzas y sueños rotos, que curiosamente pareciera que nacieran de su exterior el cual define su interior, siendo lo contrario, donde aquella esencia interna construye su exterior.
Las formas, ideas, emociones, preceptos y declaraciones que acompañan a una obra, son mero reflejo de su interior, de mi interior. Son el vehículo invisible cuyo motor se mantiene encendido, preparado para el momento de arranque.
La madera sin abrigo ya no puede ser admirada por su desnudez ni naturalidad, ella necesita de algo más, de una intención, de un suelo donde pueda enraizar nuevamente su nueva vida, donde pueda ser parte de algo nuevo, de un futuro que no ha llegado, de un pasado que no se olvida y un presente que oscila entre lo que será y lo que fue.
@henryconache muy hermoso tu arte y la interpretación de él es la esencia del creador, como orfebre me identifico plenamente con tu sentir, creo que lo que nos mueve es la transformación que podemos hacer de aquello que esta inerte, que el artista logar ver lo que se esconde detrás de un trozo de madera, de metal, de papel, de tela. Gracias por compartir tus conocimientos y vivencias
Muy agradecido por tu comentario y apoyo, y ciertamente, el poder ver algo mas en los objetos cotidianos es nuestra tarea, esperando con esperanza que alguien pueda compartir esos momentos con nosotros. Saludos!
Que gran arte mi estimado, siempre lo he dicho la mejor manera de usar la madera es esta, y no que acabe en una hoguera.
Agradecido por tomarte el tiempo de comentar, la madera tiene un mundo de posibilidades y poder ser parte de el es algo digno de hacer