Donde todo comenzó

En ese edificio, Emmita comenzó a trabajar como oficinista luego de haber llegado a Caracas desde Upata, su tierra natal.

Desde este balcón, Emmita vió entre la gente que estaba esperando el autobús, unos zapatos horribles, parecidos a los del muchacho que tenía semanas echándole los perros(y que según ella misma, era igual de horrible que los zapatos).

Más por impulso que por curiosidad, ella silbó en dirección de la gente que esperaba en la acera, y de todos los que había en la calle, el único que miró hacia el balcón, fue Chicho, ese muchacho fastidioso y feo que había conocido por ser primo de su amiga Magaly, y que no se cansaba de escribirle cartas y telegramas a diario.

Con ese cruce de miraras, comenzó la historia de mis abuelos, que resulta ser la más bonita historia de amor que conozco, de la cual soy afortunado de haber sido testigo
y
en cierto modo,
de ser uno de sus resultados.

(tomado y adaptado de mi cuenta de Instagram )