Por fin, Juntos - Serie de relatos cortos - I

Él y Ella querían conocerse, habían decidido que la distancia que los separaba no tenía que ser más un problema; si todo fuera tan fácil como simplemente decidir; elegir las fechas, elegir el país, elegir la localidad, cada decisión que se les presentaba, eran días de debate, inclusive hubieron ocasiones en las cuales casi dejaban el viaje -y lo que tenían- hasta allí.

Pero si; la terquedad y perseverancia vencio, lograron establecer lo esencial de una semana; semana donde se iban a hartar de estar con el otro; así fue como cada uno de ellos tomó un avión en un país distinto que los llevaría a aquel país en común.

Él llego un dia antes, estaba impaciente, no creía que aquello estuviera pasando, que luego de meses hablando, de meses planeando aquello por fin se diera la oportunidad, por fin fuera algo que fuera a ser real. Ella también estaba impaciente, pero le costaba admitirlo. Para el tiempo que llevaban conociéndose la confianza debía ser gigante, pero ella aun sentía pena de revelar ciertas cosas, de demostrarle cuánto le gustaba, se reservaba muchas cosas que quizas no deberia.

La estaba esperando en el aeropuerto, con las manos en los bolsillos de un short pescadores y una camisa holgada, una sonrisa de medio lado sobresale en su rostro al mirarla; ella se quedó petrificada al verlo, parte por la pena, parte por el shock y el asombro. Él, al ver esta reacción de su parte se río y cortando el hielo del primer encuentro se acercó y la abrazo.

Daba risa verlos, porque ambos estaban nerviosos, no sabían como actuar ni cómo comportarse y solo se lanzaban miradas complices con medias sonrisas en el rostro. Fue como tomaron el taxi que los llevaría al hotel, el sol ya se estaba ocultando así que los planes para ese dia se reducen a simplemente cenar y un poco de exploración a ver si “él no se saber como actuar” cambiaba a algo más relajado.

Misma habitación; camas separadas. Nada estaba realmente plasmado, su travesía, de alguna forma, los había llevado al mismo país pero de allí en adelante todo era un terreno inexplorado, el deseo de verse había opacado cualquier otro plan.

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Por fin el hielo se derritio y podían hablar y divertirse como tenían haciéndolo por meses a través de los mensajes, las conversaciones largas se habían vuelto el entretenimiento favorito de aquel dia, habia comodidad y tranquilidad en el ambiente; aunque los nervios por parte de ella aún continuaban, aún sentía las cosquillas del primer encuentro recorrer su cuerpo.

La cena transcurrió rápido, algo no muy pesado fue el cómplice de las conversaciones de ese momento, para luego encaminarse a la playa y recorrerla bajo la luz de la luna.

Ella como la niña traviesa que era en algunos momentos, comenzó a lanzarle arena con la intención de molestarlo un poco; él, aunque algunos años mayor que ella, seguía teniendo un alma de niño con la cual no pudo evitar devolverle el juego, llenándose ambos de arena; entre tanto juego, él fingió que le cayó algo de arena en los ojos, ella asustada corrió a auxiliarlo, a lo que él riendo, la lanzó contra la arena. Ella, fingiendo estar molesta, le sacaba la lengua y le volteaba la cara; el la beso.

Una risa cómplice salió de sus labios luego de este beso desprevenido, se pararon para regresar al hotel; No era necesario hablarlo, ya era parte de todo lo que eran. Besos cortos, cómplices y simples, así como algunos más apasionados, invadieron los momentos restantes de aquella noche. Y aunque no pasó nada más, disfrutaron lo que era dormir abrazados.

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_{Sources: 1 ; 2 ; 3}

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