Hoy a mis 69 años me puse a observar ese sitio preferido de la casa que siempre me he inclinado a estar allí, por el aire fresco que entra por las ventanas de ese rincón específicamente debido a un árbol frondoso llamado javillo que sembramos desde hace años, en ese lateral junto a la ventana me fui acostumbrando a sentarme en una silla de catre que está en el ángulo formado por dos paredes, sin darme cuenta lo fui decorando con una mesita para colocar algunos libritos entre los cuales se encuentra una pequeña Biblia, un viejo libro de Don Quijote de la Mancha y otros tres libros, una lamparita al otro lado del catre, me asombro al pensar que transcurrido ya 25 años de sentarme cotidianamente casi siempre a la misma hora al caer la tarde viendo los rayos del sol irse extinguiendo ante la presencia del follaje del árbol, ¿Cómo es posible? Me pregunte que hayan pasado tantos años y tan numerosos días contemplando yo esos atardeceres bajo la lectura imperturbable por el tranquilo silencio que allí siento, bajo la luz de la lámpara e ojeado numerosos libros y también he pensado en variadas cosas que me ha ofrecido la vida, hoy siento que ha crecido en mi un cariño especial por ese rincón que conoce de mis alegrías, tristezas y angustias, sé que al final de mis días ya no podré estar tan continuamente en ese apreciado lugar pero tal vez mis preciosos nietos se recuerdan de los días de sus tremenduras y los refunfuñones que yo le dirigía para que se retiraran en las horas que yo tenía para descansar.