Viajé muy lejos sólo para volverte a ver,
han pasado muchos años pero te recuerdo con el mismo cariño.
Nos presentaron cuando yo era muy pequeño,
pero lo recuerdo como si hubiese sucedido ayer.

Te encontré como siempre, bajo tu misma serenidad,
bajo tu mismo bamboleo que se convierte en espuma al llegar a tierra.
Los años han pasado por mí, pero tu sigues siendo el mismo.

Tan enérgico y vigoroso como te recuerdo,
Tan azul y tan blanco como te pinto en mi memoria.
Quizás ya ni me recuerdes mar de mi infancia;
pero yo no he podido dejar de oler tu aroma,
aún en la distancia, no dejo de escuchar tus olas.

Aún en lo más profundo de la selva, o en el corazón de la ciudad,
a mi me sigue dando un fuerte olor a mar.

Eres inevitable, al final todos estamos relacionados contigo,
al final todos vamos a tu encuentro.
Te podrán ocultar las montañas, pero tu las golpeas con fuerza;
creando ecos furiosos que retumban en un contundente:
“vamos a la playa”.

A la tierra quieres ganarle terreno,
por ello golpeas sin cesar, y a pesar de que no es tu lugar,
las rocas y los acantilados tratas de trepar.

Las rocas bañas de blanco;
como un pañuelo que trata de cubrirlas.
No hay obstáculo que se te resista,
ni superficie que no sepas erosionar.

¿Acaso este es tu deseo?
Que todo el mundo sea mar...