Poesía somos varios, o eso me gusta creer, poesía es también lo que describe Pía Páez en su canción titulada poesía. Contigo todo rima. O rimaba.
De un tiempo para acá, ese contigo se ha vuelto abstracto, difuso pero con silueta que la memoria me juega trampas haciéndome creer que la reconozco. La verdad verdadera de las reales es que el contigo añorado es conmigo, me perdí. Lo supe ayer cuando arrancando el aluminio que mantiene la lata de cerveza cerrada salieron tres letras, primero la F, luego la R y luego la E. Debo buscarme pensé, y eso intenté. Los recuerdos del día volvieron, por lo que mi intento no resultó. Luchar contra la dependencia del complemento es mi día a día de batallas perdidas porque en la fría noche añoro la mano complementaria que sostenga la mía de calor humano.
Pero no se crean que soy un desastre en mis batallas, a veces tengo mis momentos victoriosos en los que pienso ¿Qué carajos? nada de esto importa y me empiezo a querer a hacer mis ridiculeces y lo que mi mente dicta como auténtico... todo eso hasta que gracias al líquido alcohol subiendo a mi sistema motor, pierdo el equilibro después de dos vueltas del merengue y tumbo una mesa. Me excuso con que el sol me cegó la mente, mientras mi aliento seguramente emanaba la verdadera causa. A todas estas, fue un chiste algo forzado porque era de noche, la afortunada -o no- rubia con la que bailaba no sabía que estuve hasta ocho horas al sol antes de bailar con ella. Muy apenado me dirigí al baño, me lavé la cara varias veces y tomé mucha agua -no del baño- cuando volví en búsqueda de la rubia misteriosa, esta ya estaba bailando y reconciliando su lengua con otro hombre. Mi torpeza les hizo la noche feliz. Los hilos del títere ya pueden dejar de funcionar, mi papel fue hecho.

Minutos antes de rendirme y decidir ir a mi casa sin que nadie lo note, me recuesto de una baranda y escribo esto en el celular, sentí la poesía de momento:

Cada quien anda en su mundo y yo de espectador pegado a una baranda estoy. En una esquina dos muchachos -hombre y mujer- se besan con pasión por una noche sin conocerse, seguido a ellos, una pareja discute de su eterno pasado y amor cíclico que está entre volver a intentarlo y terminar por repetidos sufrimientos a pesar de lo tóxico de lo que parece su amor. En otra esquina de la terraza observo a una mujer de nariz perfilada perfecta -me encanta- que me provoca ir a decirle, hacerle notar su atributo facial con estos ojos de enamorado que quizás nadie me quita así vacíen los litros de cerveza en mi ser. En el baile, unos suben, otros bajan pero hasta ahora nadie a mi se ha acercado ni se acercará, supongo que mis grupos de interacción son selectos, por ello yo no los busco, aún así, fantaseo con que una de estas mujeres de realidades y pasado desconocido se acerque a mi reposo en esa baranda con un beso que me haga sentir la vida de nuevo. A mi lado un muchacho aplica su cortejo, le comenta a la muchacha próxima a él que espera que no tenga novio porque hoy no se quiere agarrar a coñazos cuando la bese, -¿en qué mundo me toco vivir?- aún así, pienso como ellos y tanteo el terreno, hay dos muchachas "disponibles". Hemos bailado, no recuerdo con cuál, quizás en algún momento con las dos. Pero nada ha pasado. Ni pasará. Aunque siempre vivo en la expectativa y esperanza del futuro hasta que llego a mi casa y pienso: Mañana sí será.

Soñé con esa nariz y con al respiración -imaginada- de esa muchacha, el calor de sus labios sobre mi cara y mis labios, soñé con la pasión de una noche cargada de poesía visual. No sé cuán enfermo puedo ser por ello, pero era un perfilado como el que nunca antes había visto, una curva que no caía en la exageración de rampa de patinetero ni en la rigidez de una recta cuya pendiente es de 45º. Una nariz de poesía que recordar.