Creo que lo más llamativo de Ángel Di María es su talento ilimitado para hacer goles, porque si fuera por lo bonito no pasaría las pruebas de control de calidad. Es que para ser buen futbolista no es requisito elemental parecerse a Leonardo DiCaprio. Este muchacho, al que le llaman con cariño El Fideo, cuenta su mamá que cuando niño era muy inquieto o hiperactivo, y entonces los médicos le recomendaron que lo pusiera a jugar fútbol. Qué buena puntería tuvo la señora. Le dio a la Argentina y al mundo entero un jugador brillante. Qué mejor remedio para un niño inquieto que ponerlo a jugar con una pelota de fútbol. Y allí lo tenemos, ofreciéndonos alegrías con sus triunfos apoteósicos.

La vida de este joven también ha sido un tanto agitada. Quizás eso son los gajes del oficio de los futbolistas: Primero jugó en su país, Argentina, pero de inmediato pasó a jugar en Portugal, en España, en Inglaterra, en Francia y últimamente en Italia. Ha jugado en equipos de la crema y nata deportiva como el Real Madrid, el Paris S.G. y actualmente juega con el Juventus. Se supone que Di María, en medio de esos trotes, debe hablar, además de castellano, cuatro idiomas más.

Con 34 años de edad, cuando injustamente en el fútbol ya te consideran “viejo”, El Fideo está cerrando su carrera con el broche de oro que cualesquier futbolista del mundo podría soñar, porque acabó de ganar el campeonato mundial. Nada más y nada menos.

La caricatura:

Físicamente, Di María es espigado y de extremidades igualmente delgadas. Quizás el ser flaco y enérgico le ha ayudado a ser más veloz que si fuera fornido. Su cabeza es pequeña, con orejas salientes, con ojos algo hundidos y de nariz prominente. Hubo un tiempo que lucía una especie de cresta en su pelo. En fin, con esos rasgos he elaborado la caricatura de la portada.

Procedimiento:
Paso 1.

Paso 2.

Paso 3.

Paso 4.

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Fotografías tomadas con un Huawei Honor 7S.