Es bien sabido que los primeros maestros influyentes de los niños son sus propios padres. En este sentido, corresponde a los padres aplicar las primeras correcciones a sus hijos en los casos que lo ameriten. Una buena corrección a tiempo será crucial en el futuro de los hijos. El amor manifiesto juega un papel muy importante a la hora de aplicar correcciones a los hijos. Si no se corrige a tiempo y se deja que un comportamiento indeseado se prolongue en el tiempo, esto puede dañar la vida relacional de los hijos, tanto con sus padres como con sus compañeros.

El amor oculto hace que los ojos de los padres pasen por alto aquellos comportamientos erróneos de los niños que requieren corrección en el momento. El niño lo repetirá y creerá que es normal, pero que en el fondo puede perjudicarle. Los padres deben actuar para corregir lo que debe ser corregido. Hay niños que, cuando los padres les llaman la atención, o les regañan por algún motivo, entonces, los niños se burlan o sacan la lengua a los padres. Si esto no se corrige inmediatamente, el niño tendrá muchos problemas para entender el concepto de respeto hacia los padres y los adultos.

Hay niños que, por el motivo que sea, se ponen violentos, gritan y tiran al suelo lo que tienen en la mano. Si los padres hacen oídos sordos a esta situación, los niños seguramente presentarán problemas de conducta y lo reflejarán en la escuela y con sus compañeros.

La disciplina positiva en la corrección de los niños debe ser importante, porque de ella dependerá el proceso de desarrollo social que el niño tendrá en su entorno.

Hay padres que sin duda cogen una correa o una rama y castigan al niño por las piernas, que por la dureza del castigo parece entender mejor. Sin embargo, el abuso de la disciplina puede ser más peligroso y perjudicial para las relaciones familiares. Toda corrección debe hacerse con una muestra de amor, para que el niño pueda entender que lo que hace mal se le está disciplinando por su propio bien. No disciplinar sin explicar al niño el motivo de la corrección. Los padres son maestros influyentes que conocen mejor a sus hijos y saben cuál es la mejor disciplina a aplicar.