Sinceramente no te elegí, el destino solo te trajo hasta aquí, quizás se apiado de mí, al verme exclamando al cielo, pidiendo cuando y en qué momento se daría nuestro encuentro.

Bendita seas mujer, siempre estaré agradecido con Dios y el destino por haberme concedido la dicha de haberte puesto en mi camino.

En un momento repentino cuando menos lo esperaba, apareciste de la nada para llenar mi vida dándole luz y esperanza a un corazón vacío repleto de cicatrices y batallas luchadas y a un alma que lucía triste y desolada.

Amor solo era una palabra como cualquier otra, gracias por darle sentido a mi prosa y entre muchas otras cosas te amaré eternamente, nunca saldrás de mi mente ni por un segundo aunque así lo quisiese.

Ni el tiempo inclemente que no perdona podrá borrar las huellas que dejaste en mi persona, llevo tu aroma, tus besos y caricias tatuadas en mi ser que se revitalizan cada día con un nuevo amanecer.

Como tú nunca habrá otra, de eso estoy muy seguro y vuelvo a decir bendita seas mujer, sea Dios o el destino estoy más que agradecido por ponerte en mi camino, por eso te amo mujer.