Las puertas del closet se cierran

in #cervantes6 years ago (edited)
Aquel tres de febrero, desperté con el cuerpo frío, inmóvil, con ganas de huir, pero ni mi cuerpo ni el llamado de socorro respondían. Las ventanas vibraban y las puertas resonaban. En el closet, que tenía solo un pequeño espacio abierto, logré mirar unos ojos intensamente rojos, como si todo su interior estuviese en llamas.

Desde aquel lugar salió un hombre vestido con una armadura romana bañada en sangre y en una de sus manos sostenía algo parecido a una espada ordinaria. Su rostro, totalmente desfigurado.

Se sentó al borde de mi cama, allí reposó mientras pasaba su mano libre por mi espalda. Al rato se levantó, caminó por toda la habitación espiando gaveta por gaveta. ¿Quién era? ¿De dónde venía? No lo sé ¿Qué buscaba? Tampoco lo sé. Salió de mí habitación. Fue en ese momento que pude liberarme del gran peso que sentía en mi espalda. Pensé que era el momento de cerrar las puertas, del closet y de la habitación. Con sumo cuidado logré cerrar la puerta del closet, pero la intriga sobre aquel ser y el por qué estaba aquí, no me permitieron bloquear quizás mi única salida. Necesitaba saber. Pero, no podía confrontarle directamente; era cuestión de interpretar que moriría.

Salí, y sigilosamente traté de observar si volvía a ver al hombre del closet, pero lo perdí de vista. Con desespero entré a la habitación de mi abuela y para mi sorpresa ella tampoco estaba. Grité por todos lados, ¡ABUELA! ¡ABUELA! Y aún así, no logré escuchar respuesta alguna. Rápidamente fui en busca de ayuda. Me dirigí a la plaza donde mis amigos y yo nos reunimos, pero todo estaba impregnado de un absoluto silencio. No escuché a los perros de la calle, ni a los vecinos discutiendo por el pago del condominio. Miré a todos lados, y no veía a nadie. Empecé a correr y en medio de tanta desolación en la calle, me detuve un momento, miré hacia arriba y llegué a pensar que podía ser el fin del mundo que conocemos desde aquellas palabras que advierten su nefasta llegada. El cielo estaba en su totalidad cubierto de cenizas que aún se veían ardiendo. Seguí corriendo y mientras en mi cabeza solo habían preguntas que no podía responder certeramente: ¿dónde esconderme?, ¿por qué está pasando esto? Traté de huir, pero ya no sabía de qué. Continué con la búsqueda de alguien que acompañara mi temor, la cual me redirigió a casa.


Estaba de nuevo allí, frente de la puerta donde empezó aquella penumbra en mi vida. Por si aún se encontraba el hombre del closet, con suma cautela volví a mi habitación, tomé mi sábana y me cubrí con ella. Sentía que las horas pasaban y mis ojos cansados querían volver a cerrarse. Pero no, ¿cómo dormir?; solo temía por mi abuela y lo que ocurría. Las agujas del reloj guindado en la pared era el único sonido que llegaba a mis oídos, y yo aún aquí en la esquina cubierto con mi sábana, con las manos sudadas y el cuerpo cansado. El agotamiento venció a mi cuerpo, selló mis ojos.

Aroma a café de la abuela, perros en la calle ladrando sin parar, los vecinos en lo suyo, el cielo azul y el sol brillante. He despertado al parecer. Todo, absolutamente normal.
Aunque para mí, no tan normal, porque de ahora en adelante no dormiré con las puertas del closet abiertas…

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Hasta pronto mis queridos lectores

Recuerden siempre ser hoy, mejor de lo que fueron ayer.

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Hasta que por fin publicas el cuento. Lo trabajaste bastante. Me parece que estas progresando en tus trabajos literarios. Sigue así, vas por buen camino.

Abrazos

JaJAja si amigo. La verdad paso por tantas mano que todos pusiera un grano de arena para que por fin pudiera ser publicado. A ti, @amma21 y el gran @rjguerra ¡Gracias!

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