-_ Fábula Del Pescador Reversionada _-
Durante todos los años de su vida adulta, Juan estuvo pescando en el lago próximo a la cabaña del bosque donde vivía con su familia. Todos los días se levantaba con el alba, cogía su caña y su cubo, se dirigía al embarcadero y volvía al calor del hogar ya con el ocaso. Siempre volvía con el cubo lleno de peces.
El lago, de una extensión considerable, congregaba a otros pescadores de los alrededores que también lo surcaban de arriba a abajo tranquilamente con sus canoas; ninguno tenía un sitio fijo de pesca ya que habían llegado a ese acuerdo entre ellos.
Sin embargo, de todos los que allí se reunían, Juan era el que más peces pescaba a diario.
El resto de pescadores le daban los buenos días con recelo debido a que tenían cierta envidia de que fuera el que más pescara; incluso llegaron a pensar que Juan tenía algún truco para ello.
Un día como tantos otros, un ya anciano Juan cogió sus aperos y se dirigió al embarcadero junto a su joven hijo, al que legaría pronto tanto su oficio como el resto de sus bienes.
Mientras navegaban y pescaban tranquilamente, se les acercó uno de los tantos pescadores que se preguntaban cuál sería el truco de Juan.
―¿Cómo puede ser que pesques tanto Juan? Tienes que utilizar algún tipo de cebo especial o tener algún secreto...―le dijo el pescador malhumorado.
―Utilizo el mismo cebo que vosotros, con la misma caña rudimentaria que vosotros y navego en la misma zona, así que ¿qué tipo de truco hay en eso?―replicó Juan.
―No nos lo creemos Juan; nadie pesca tanto como tú y aunque te observamos no llegamos aún a descubrir tu secreto, pero tarde o temprano lo descubriremos y te echaremos del lago―le espetó exaltado.
―El único secreto que llevo practicando toda mi vida es centrarme en mi trabajo y dejar de preocuparme por lo que pescan o no pescan los demás, como hacéis vosotros...―le contestó.
Ya de vuelta en la cabaña de noche y a la lumbre del fuego de la chimenea, el hijo de Juan le preguntó a este:
―Padre, ¿me contarás a mí el secreto que no le contaste al resto de pescadores para poder así ser tan buen pescador como tú el día de mañana?―le dijo mientras le miraba expectante.
―Pero es que hijo, les dije la verdad a esos hombres; no hay mayor secreto para el éxito en esta vida que centrarte en tu trabajo, fijarte tus objetivos y dejar de perder tiempo fijándote en lo que hacen o dejan de hacer los demás, en lo que consiguen o dejan de conseguir. Trabaja duro y tus logros serán la envidia de los demás―le aconsejó dulcemente mientras le acariciaba el pelo.
Tras la muerte de Juan su hijo le tomó el relevo y haciendo caso al secreto de su padre se convirtió en el pescador que más pescaba en el lago.
Los descendientes de los otros pescadores también siguieron por su parte el legado de sus padres y envidiaban los resultados del hijo de Juan cuestionándose cuál sería el verdadero secreto que Juan le había legado a su hijo.
