Cuando matas a los que no merecen vivir

Cuando matas a los que no merecen vivir. ¿El asesino o el limpiador? ¿Ejecutar o perdonar?

Gusev Viktor Andreevich, nacido en 1965, declarado culpable en virtud del artículo 115 - homicidio deliberado de tres personas con especial crueldad. El castigo es la pena de muerte. Sin la posibilidad de una apelación.
En las esposas condenadas estaban cerradas, sacó sus manos de la ventana y se movió hacia la pared del fondo, se inclinó y estiró sus manos detrás de su espalda. La puerta de la celda se abrió, la escolta ordenó: Prisionero Gusev, en el camino de salida. El hombre, sin cambiar su pose, se volvió hacia la puerta y fue hacia ella. La puerta se cerró de golpe, el hombre estaba de cara a la pared. El escolta buscó al prisionero, palpándose los bolsillos, debajo de los brazos y los pantalones.
"Desbloquear los dedos y dar la vuelta", ordenó la escolta. - ¡Endereza, abre la boca! - La escolta estaba convencida de que no había objetos extraños, y condujo al prisionero a lo profundo del corredor.

Un año antes de eso.
Víctor volvía a casa después del trabajo, cansado de algo molesto, la hora se acercaba a las 21:00, estaba oscuro afuera. Entré en la entrada, revisé el buzón y de repente recibí un recibo por agua, luz o gas. Allí estaba vacío, suspiró con alivio. Llamó al ascensor, entró, hizo una mueca por el hedor, como si alguien hubiera orinado recientemente y hubiera presionado el botón del séptimo piso. Habiendo viajado solo cuatro pisos, ya había escuchado la risa de los niños, viniendo desde el rellano. Al salir del elevador, Victor realmente vio a tres muchachos en el rellano. Estaban en la intoxicación por drogas, que se habló con jeringas cercanas. Victor se volvió hacia los muchachos.
"Yo, creo, te lo advertí, te veré de nuevo aquí, ¡te mataré!"
Los chicos incluso rieron más fuerte, uno incluso escupió, y él no se dio cuenta.
"¿Volverás a llamar a la policía?" "Por ley, puedes ... En resumen, nos dejarán ir de nuevo". "Y te vas a casa antes de agarrarlo, tío".
Víctor no dijo nada, se giró y fue a la puerta de su departamento. Lo abrió, entró y cerró la puerta del castillo. Quería llamar a la policía, incluso descolgué el teléfono, pero cambié de opinión.
"De hecho, no hay razón para llamar, serán lanzados hoy". Debemos tomar la situación en nuestras manos.
Se quitó los zapatos, entró a la habitación, se quitó los pantalones, se quitó la chaqueta y la camisa, y la colgó cuidadosamente en una silla. Llevaba pantalones deportivos y una camiseta, en la que estaba pintado la querida banda Rammstein.
Todavía había una risa histérica en el rellano. A veces se calmaba y un segundo después se escuchaba aún más fuerte.
Víctor fue a la cocina, sacó el cuchillo más grande del estante, lo giró pensativo y lo ocultó en el estante. Regresó a la habitación, abrió el estante con herramientas y tomó un martillo. Pensó de nuevo, se lo retorció en sus manos y lo dejó caer, tomó un cable en su lugar. Lo doblé cuatro veces y lo golpeé como un cinturón antes del castigo de un niño desobediente.
La risa ya no se oía, si realmente se hubieran ido, pensó Víctor, pero de todos modos salió al pasillo. Un zapato de zapatillas y con un cable salió del apartamento.
Por el rabillo del ojo vio que dos hombres sentados parecían dormir, uno apoyado contra la pared, otro sobre la barandilla, no había ningún tercero. Víctor llamó al ascensor, inmediatamente se abrió, nadie detrás de él no lo usó, y presionó el botón del octavo piso.
En el balcón del octavo piso había un hombre, apoyando las manos en la barandilla y fumando. Era ese tercer tipo de la compañía de drogadictos.
Víctor se acercó en silencio y le dio unas palmaditas en el hombro, el tipo sorprendido perdió el cigarrillo y se dio la vuelta. Escuché "Hola" y recibí un puñetazo en la mandíbula. El hombre inmediatamente se tumbó en el balcón y permaneció tendido.
Victor se sacudió la mano, chascó los dedos y regresó al rellano. Dos muchachos todavía estaban dormidos, sin cambiar sus posiciones. Víctor en medio de las escaleras entre las varillas lanzó un cable, cuyos extremos colgaban. Bajó hasta los extremos del cable y en un extremo hizo una soga, puso en la cabeza del tipo al que estaba durmiendo cerca de la barandilla.
Victor era un cuerpo musculoso con un peso de 90 kilogramos. Y todo el peso de estos adictos apenas alcanzaba los 55 kilogramos. Bony, se secó por las drogas. Agarrando el otro extremo del cable, Victor comenzó a levantarlo, entregando la cuerda. Las piernas del niño ya colgaban sobre los escalones, se despertó asfixiado. Comenzó a temblar, agarrar la barandilla, pero no pasó nada. El tipo comenzó a ponerse azul, ya no se movió, solo fue golpeado por una convulsión de muerte. Su lengua se cayó, sus ojos se hincharon, graznó con mierda. Victor ató el extremo del cable que sostenía a la barandilla, dejándolo tenso, el tipo muerto permaneció colgando.
El segundo hombre durmió todo el tiempo, babeando babeando de su boca. Víctor se acercó por detrás y le dio una patada en la espalda con todas sus fuerzas. El tipo bajó la cabeza, golpeó las escaleras, rodó más y se desplomó en el ascensor. Él comenzó a molestar e intentar levantarse. La sangre sopló de su cabeza, agarró su cabeza con sus manos y no podía levantarse sin la ayuda de sus manos.
Víctor bajó, barrió al ahorcado, y golpeó al hombre mentiroso en la cabeza con su pie, se tranquilizó un poco y comenzó a escupir sangre. Escupe incluso un par de pedazos de dientes astillados. Y otra vez comenzó a mugir e intentar levantarse.
Mientras tanto, Victor ya había abierto las puertas del ascensor. Luego tomó al tipo por la cabeza y lo arrastró hasta el ascensor, bajó la cabeza de modo que quedó colgando en el hueco del ascensor, y una vez se abofeteó ligeramente, de modo que el tipo dejó de moverse. Luego subió los escalones hasta el octavo piso, nuevamente ensordeció al ahorcado. Fue al ascensor, presionó el botón, abrió, extendió su mano y presionó el botón en el primer piso. El ascensor se movió hacia abajo.
Víctor fue al balcón en el que el tercer tipo seguía mintiendo. Sentí mi pulso - vivo. Levantó al tipo y puso su barriga sobre la barandilla del balcón, levantó sus piernas y las levantó.

Antes de que el ascensor pusiera el cuerpo decapitado en un charco de sangre, pisando sobre él, Víctor entró en su apartamento. Tomó el teléfono y marcó 02.

• ¡El asistente te escucha!
• Yo, Gusev Victor Andreevich, vivo en Mirny Avenue, casa 45, la primera entrada, el séptimo piso, apartamento 36, cometió un asesinato.
  Víctor colgó y se quedó esperando en el pasillo. No fue atormentado por la conciencia, no se consideraba mentalmente enfermo, no sabía por sí mismo por qué lo hizo.
  Recordó sus palabras: "Advertí".

En la sesión de la corte, Víctor guardó silencio, no contrató a un abogado, por lo que fue asignado por el estado. El juez no tuvo en cuenta la participación. Y no tuvo en cuenta el hecho de que los muertos eran la escoria de la sociedad. El veredicto fue máximo.
Si esta sesión judicial fuera un par de años más tarde, entonces sería liberado Gusev Viktor Andreevich, tal vez en 30 años. Pero en esos años, cuando había un tribunal, todavía no se había aprobado una moratoria sobre la pena de muerte. El veredicto fue ejecutado.
Gusev Viktor Andreevich recibió un disparo.