Enseñando a pensar… computacionalmente "Genial"

in #spanish7 years ago

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Hemos tenido que plantarnos en la segunda década del siglo XXI para comprender la importancia crucial de la enseñanza en el mundo. Todo el conocimiento construido a lo largo de milenios será inútil y se perderá en la nada si las generaciones venideras no están formadas para apreciarlo en su medida y, sobre todo, entender el acervo cultural existente para ser capaces de continuar descubriendo los misterios de la naturaleza y del ser humano. Por ello, conviene dotar de ingredientes y metodologías para pensar a nuestros niños; quizá nos va el futuro de la especie. La programación y el llamado pensamiento computacional son una posibilidad más de abordar problemas que todos, no solo los púberes, deberíamos conocer y aplicar cuando sea óptimo o necesario.
Linda Liukas se plantó en la conferencia STEAM en Barcelona el pasado abril para darnos una lección a todos los presentes. No solo vino a hablar de su libro “Hola Ruby”. Porque la lección de Ruby, la protagonista de su sucinta obra (recomendada a partir de 5 años), no consiste en aprender un lenguaje de programación, ni en utilizar un hardware innovador y efectista de esos que nos sorprenden de vez en cuando en Kickstarter. La cuestión es que si hay que enseñar a pensar a las generaciones venideras, por el bien de la Humanidad, las ya adultas deberían comprender también la importancia y potencia del enfoque computacional en la resolución de problemas.
Hay problemas cotidianos que son esencialmente subrutinas de otros más complejos: desde las recetas de cocina, hasta la distribución de comensales con desavenencias en un evento, pasando por las acciones a realizar para nuestro aseo diario, todos estos casos son susceptibles del abordaje del pensamiento computacional. Aprender cómo un ordenador ataca un problema es aprender cómo una mente humana, una mente programadora, ha sido capaz de desmenuzar y sistematizar su solución o, cuando no sea posible solucionar el problema, dar una estimación o solución aproximada.
Liukas nos recuerda genialmente que a menudo las soluciones a los problemas están sobrevaloradas, que los procesos son esenciales para el aprendizaje y que, por más que algunas mentes reduccionistas insistan en ello, acercarnos a comprender la programación no es cosa de programadores cabezacuadradas sino que es una aventura creativa y llena de posibilidades; en definitiva, una forma más de abordar el desarrollo del pensamiento crítico que potencia la sistematización y la heurística en el planteamiento y resolución de problemas. Plantéese problemas con la inocencia de un niño y se hallará ante los enigmas del universo. Y las soluciones no serán fáciles, ¡quizá sean imposibles! Pero, como les decía, no se preocupen, las soluciones están sobrevaloradas.
Para concluir, Liukas anima a los padres a compartir la lectura y los problemas de “Hola Ruby” con sus hijos: debemos aprender junto a ellos a la vez que se les enseña con la experiencia adulta; dejemos que se equivoquen, que cometan sus propios errores, no les demos la solución sin dejarles pensar (lo hacemos demasiado); no cercenemos soluciones creativas solo porque no concuerdan con el mundo adulto; aceptemos las críticas cuando estén bien fundamentadas y argumentadas, así como el reto de demostrarles que no tienen razón (es más fácil imponernos por la vía “binaria”, porque “yo soy adulto y tú no”, pero, ¿qué les enseñamos entonces? ¿A obedecer? Matamos el pensamiento crítico); inventemos juegos, juguemos a aprender para luego aprender a jugar de nuevo con ellos; y, por último, comprendamos que poner límites y normas, como en los lenguajes de programación, es imprescindible para que todo funcione (en el mundo virtual de los trastos de silicio y en el real de los bichos basados en el carbono).

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