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Hoy recordamos, con agrado e infinita ternura, aquellas canciones infantiles que nos alegraron toda esa etapa maravillosa de la infancia y sirvieron de guía o acompañamiento a muchos de esos juegos que nos juntaban con un grupo de amigos con la única intención de divertirnos. Ahora que podemos examinar, desde la distancia que nos impone el tiempo y con la experiencia de los años, algunos de los significados de las letras de tales melodías, nos damos cuenta de que muchas de ellas hacen hincapié en, al menos, dos temas: el casamiento y la comida.

Con respecto al primero, no tenemos claro todavía si se debe a que estas ligeras composiciones surgieron en una época en que se hacía énfasis en el rol de la mujer como ama de casa, por tanto, su destino estaba ligado irremediablemente al matrimonio o responde a otras razones que desconocemos. En cuanto a la comida, como es evidente, se trata de una necesidad básica elemental, sin embargo, en muchas canciones infantiles está ligada igualmente al bienestar de la vida en la pareja.

Comencemos por tomar en cuenta, junto a la agrupación venezolana “Serenata Guayanesa,” que fue quien popularizó la canción La Pulga y El Piojo, que lo primero que impide el casamiento de estos dos insectos es la falta de pan. Y aquí encontramos el símbolo por excelencia, incluso dentro del libro sagrado, La Biblia, de la alimentación. “Danos hoy nuestro pan de cada día,” expresa la oración que nos enseñó Jesús de Nazaret como una devota petición para que nunca nos falte la comida. Sabemos que la letra de esta melodía continúa con una retahíla de elementos que hace falta para la boda, pero lo que inicialmente se nombra es el pan, lo principal.

Si nos detenemos en María Moñitos, otra antiquísima canción infantil, nos encontramos desde el primer momento con la alimentación: "María Moñitos me convidó a comer plátano con arroz…" La letra se torna luego un poco despectiva porque el invitado se niega a probar el “mazacote” de la anfitriona, quien se molesta, quizás con mucha razón, por el desprecio que se le hace a su humilde plato; por lo tanto, si nos a dedicamos a pensar con atención sobre esto, se perciben ciertos matices de prejuicios sociales. Pero lo que, por ahora, nos interesa destacar es la presencia de la comida.

Podemos continuar con una larga lista de canciones infantiles que hacen referencia a los alimentos, no obstante, vamos a finalizar nombrando, para no hacer tan extensa esta disertación, solo dos de las más populares melodías del cancionero de nuestra infancia. Los pollos de mi cazuela lo jugaban, más que todo, las niñas, quienes hacían un círculo para bailar y cantar. Ya el título, como podemos ver, se refiere a la cocina; y no solo eso, sino que una de las estrofas nos ofrece la receta, los ingredientes para preparar esos pollos: "Se les echa ajo y cebolla,/ hojitas de laurel,/ se sacan de la cazuela/ cuando se van a comer."

Dentro de esta misma perspectiva se encuentra el arroz con leche, un emblemático dulce de todos los tiempos, que a través de la magia de las composiciones infantiles, se humaniza y le cede su nombre a la canción porque se convierte en la figura a quien la voz principal de la melodía le participa que quiere lanzarse al agua: “Arroz con leche, me quiero casar…” pero esa dama con quien desea hacerlo, “una señorita de la capital,” de acuerdo con algunas versiones, debe saber, entre otras cosas, "poner la mesa en su santo lugar;" es decir, la comida y la cocina vistas como una actividad exclusiva de la mujer, y como un rito sagrado, especial del matrimonio.

Es evidente, entonces, que en un gran número de canciones infantiles está presente el tema de la comida, de la alimentación, como parte de esa cotidianidad que, por tratarse de una actividad primordial de los seres humanos, se incorpora al imaginario de los niños que repiten, quizás inconscientemente, lo que ocurre a su alrededor.

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