Más allá de Carlos Cruz-Diez.

clacrax (57)in #spanish • 7 years ago

Cromointerferencia de color aditivo.

Quizás no sabías que ese es el nombre que lleva la famosa obra donde los venezolanos dicen su último adiós. O quizás se ha vuelto tan famosa que sí sabías sobre su verdadero nombre más allá de la obra arrecha de Cruz-Diez del aeropuerto.

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En una entrevista que le hicieron al artista en el año 2016, (puedes leerla completa aquí) mencionó algo que me hizo ruido sobre el arte cinético:

El color es inestable y en todas mis obras aparece haciéndose y deshaciéndose en un espacio y un tiempo. Yo no hago cuadros ni esculturas, yo hago soportes de acontecimientos.
Cruz-Diez

Y es una de las obras de arte venezolanas que soportan los acontecimientos más pesados de los venezolanos. Cuando de pequeña solía ir al aeropuerto, trataba de observar qué había entre una pieza y otra.

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Me parecía una obra horrible,

además, no entendía esa combinación de colores (disculpen a mi pequeña yo poco educada en cuestiones de arte). Lo único que me producía curiosidad era ver que había entre aquellas piezas, qué había más allá de esos colores horribles. (Prometo que nunca intenté destruirla) Y casi 20 años después, con todo esto de las despedidas, logré entenderlo.

La gente, antes de irse, caminaba toda la obra. Algunos solo parte de ella. Otros tratan de pasar esa parte lo más rápido posible y terminar con todo aquello del modo menos doloroso. Pero había una cosa que no importaba qué tan rápido pasaran, o qué tanto se demoraran, que todos dejaban atrás.

Dejaban acontecimientos:

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Si miras muy bien a través de aquellas magníficas piezas, puedes observar una pelusa que dejó José de aquella vez que pasó navidad en casa de su abuela. También puedes ver unas migajas de galletas que dejó María, cuando cocinó toda la tarde con su mamá y hermanas. Pasaron la noche entera riendo y echando cuentos. También hay un poco de saliva, de aquella vez que Luis se dio su primer beso con, ¿cómo se llamaba? No importaba, fue su primer beso. Son pedazos de un inodoro que alguna vez Daniel, junto a sus amigos, explotaron con un Komodo 3000 un año nuevo. Estuvo burda de arrecho, marico. Si te concentras un poco más, podrás ver un poco de la espuma de las olas de playa Pelúa, mezclada con espuma de una Polarsita. Y cada diez pasos, podrás encontrar calle. Sí, calle. Fragmentos de cemento y sucio de aquel recorrido que hiciste por el centro una vez. Además de lagrimas de felicidad, besos, abrazos, bodas, graduaciones, pro-graduaciones, primer día de universidad, primer día de trabajo, primer ¡soy tía!, cuñada, esposa, madrina,

También encontrarás otro tipo de momentos...

Como un quieto mamagüevo, no te comas la luz y dame ese teléfono. Pedazos de uña y diente de aquella vez que secuestraron al Chino y lo devolvieron 5mil verdes después. Podrás sentir el frío en tus huesos de la vez cuando Carla caminaba por la calle y un motorizado la detuvo y le quitó todo. Por quinta vez. Definitivamente, en cada paso escucharás un éramos felices y no lo sabíamos. Es la que más se repite. Verás los ecos, de aquellos gritos que tu abuela dirigía a algún presidente que salía por la televisión. Gritaba a todo volumen ¡ese negro mujino!. Verás pedazos de plátano y yuca, junto con dolores increíbles de estómago. A veces verás un vacío completo en colas kilométricas y el sufrimiento y sol o lluvia que acompañan a este. Verás dolor, rabia, rencor contra todos, porque tu amigo, abuelo, padre, hermano murió porque no había medicinas o suficiente dinero para adquirirlas...

En honor a los acontecimientos caídos en tal obra de arte, harás 5 minutos de silencio. Por un momento, observando la magnitud de tal obra, te darás cuenta que la grandeza proviene de estos y de todos los que no fueron nombrados, pero que están en el corazón de cada persona que ha dejado alguna burusa de su vida en esta gran