Concurso Cervantes: 6ª EntregasteemCreated with Sketch.

in #spanish7 years ago (edited)

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Presenciamos como, en el umbral de la creatividad circunstancial, dígase también, gesta Sui Generis, un hombre experimenta o podría experimentar la deserción del sistema calocrático convencional de creación, sólo si éste, guiado no por una epifanía hormonal, o una épica ius sanguinis, que sólo incrementarían la hipoxia de voluptuosidades connaturales, sino, guiado por una suerte de fuerzas desconocidas que explotan como una irrisión en la cara de los impolutos, pues entre el reino de la fealdad y el reino de la belleza, hay una prefiguración —estereotipo— de por medio: los naturalmente excomulgados luego de experimentar el trance de la desfascinación existencial, entran, por decirlo así, en un espacio abstraído, deforme como el fuego, sin nómina y sin agenciamiento, y por tal no puede ser reconocido: no es reflejo de nadie, ni nadie se refleja en él; es inconcebible. Hay una especie de razonamiento histórico que a expensas de no atrofiar el género humano, califica como «inconcebible» aquello que no debe formar parte del género humano, del reino humano o reino de lo inmaculado, de lo naturalmente divino. Aquello que no pertenece a este reino no es bello, no es humano, no es natural: es feo. Pero ¡Qué grandes infortunios presenta la experimentación gramatical! El reino de la fealdad, no reconocido y por tal, desconocido por lo bello, es el reino de la belleza ininteligible. ¡Sí! ¡Belleza ininteligible!. Los artistas son bichos raros porque son incomprendidos, no son reconocidos, son condenados a una caverna húmeda porque son una prolongación de un mundo forajido dentro del mundo, como un aullido estival en medio de una estación invernal, y viceversa, o, y este ejemplo me fascina, como la pareja de enamorados, felizmente casados, que asisten por medio de una invitación a una fiesta orgiástica, y aunque ambos mundos no se reconocen, son lánguidamente yuxtapuestos, asisten como espectadores: estos casados, son monógamos intransigentes, pues, viven para vivir la monogamia y no para combatir todo aquello que lo contraría. Y lo mismo con los polígamos de la fiesta; no se conocen, pero tampoco se desconocen.

Fernando Botero, inició de muy joven su propia gesta Sui Generis, abriéndose paso, bueno, grandes pasos en el reino de la polución, de lo desconocido, de lo forajido, de la fealdad, por cuan accidental frente a cánones y disciplinas se situaba: Botero, dentro de su mente joven en cuanto pudo, disertó de la creación calocrática convencional, de la estética artística tradicional, y asumió lo que asumieron personajes como Baudelaire o Artaud: el reino de la fealdad o belleza ininteligible, aunque no fue la posteridad, como sucedió a los mencionados anteriormente, lo que hizo a Botero el reflejo de sí mismo: transpuso la fealdad o belleza ininteligible a la belleza inmaculada; surcó el mundo artístico con su propio “ismo”, incluso tanto, que La Gioconda comió de más en McDonald’s. El Boterismo no es cubismo, ni expresionismo, ni impresionismo, ni surrealismo: es Fernando Botero. Sin ton ni son: como las partículas elementales de la creación: porque el arte es ignorante de su ceguera; se encarga de transitar incansablemente su obscuridad edénica. Así que lo que muchos califican de tropiezos, sin forma, sin correspondencia epopéyica, ignoran la concepción del arte como cuerpo creador dentro de los cuerpos vivos.

¡Gordura! ¡Regordetes! ¡Redondez! Cuerpos anchos, voluminosos, abotagados por la mente creativa, profusamente grasos y patológicamente elefantiásicos: bienvenidos a la casa de Marta Pintuco: el reino de la fealdad o belleza ininteligible. ¿Cómo una casa de putas es una obra de arte? Por ello toda la disertación en los párrafos anteriores: un contexto traslaticio de las realidades sociales no aceptadas o desconocidas es el Boterismo. La pintura de “La casa de Marta Pintuco” es arte porque todos la pueden observar: lo que es belleza ininteligible por ser parte de un mundo forajido, se transpone a la belleza convencional, gracias a que fue objeto de una creación artística no convencional, adquiere un matiz publico, ya que, esa es la condena del arte, cualquier obra, tradicional o no: todos tienen acceso a ella. Nadie mira de soslayo piernas regordetas, pero ahí tenemos la pintura de “la casa de Marta Pintuco”, para hacerlo sin culpa o remordimientos. Nadie es capaz de decir en publico siquiera que pasó al frente de un prostíbulo, pero en un museo donde se exhiba el Boterismo podemos hacerlo sin culpa y exclamarlo: ¡Estoy en frente de la casa de Marta Pintuco! Esta es la significación de esta pintura particular: no debemos estar exentos de observar muy de cerca esto que el mundano llama realidad aparte, realidad diferente. Es la misma realidad, sólo que se ha condenado parte de ella porque se desconoce y esta pintura me lo recuerda: lo feo, esa belleza ininteligible, también es una ilustración excelsa.

Concurso patrocinado por el witness @cervantes. No te olvides de votarlo en la siguiente página: http://www.steemit.com/~witnesses

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Que definición tan única de la obra del maestro Fernando Botero gracias por compartir @cavilacion Saludos 0:)

Gracias, Darius. Un abrazo.

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