Concurso Cervantes: 5ª Entrega - A la Casa Batlló

@cervantes

En todos los rincones de mi opaca existencia, de mi propio interior perdido entre sombras y grises que trascienden más allá de lo inevitable de mi yo, no logran que mi propia piel me esconda, o me pulverice como cenizas y me desaparezca con la fuerza del viento.
Camino sin rumbo y estrepitosamente me tropiezo ante majestuosos árboles y te hallo, rodeada de ellos, te encuentro casa y castillo a la vez, te miro consciente que eres La Casa Batlló, parece que en un intento de creer que lo mejor era huir, escapar de mi misma, apareces como un espejo, me reflejo en ti, te describo como el centro de mi corazón, e irónicamente eres el corazón de la ciudad, y me siento como en mi hogar porque de nuevo todo cobra sentido en mi y verte tan imponente ante mis ojos, llena de luz y de colores, que quiero en cada rincón contemplarte y así, me regreses a la vida.
Me maravilla cada cristal donde se refleja la luz que tanto anhelo, sus espacios y forma, le dan sentido a lo que una vez fui y me haces volver a ser reflejándome en ti.
Eres lo más indescriptible que he visto, tus espacios me hacen soñar con recorrerlos, eres simbólica, misteriosa y a la vez representas pureza entre tan sutiles colores, es como observar en tus azules, trozos de cielo, y sentir que he llegado al paraíso. Nada se compara a ti, eres lo que tanto quise encontrar en mi y tú lo tienes todo. La alegría, la libertad de sus espacios y forma, con un exquisito acabado de múltiples combinaciones de cada etapa en que fuiste naciendo, y tu creación representa una perfección que me hipnotiza entrando a todo tu mundo para habitarte y nunca salir de ti.
Si hubiese podido haber presenciado tu creación, me sentiría como una Diosa con tan solo dormir una noche entre tus espacios y formas espléndidas, enigmáticas y tan simbólicas, como la creación misma entre lo animal y lo humano pero visto desde una óptica arquitectónica.
Volvería a sonreír desde tus balcones, y que mis cabellos jugasen con el viento mientras tu luz me viste y me envuelvo en tu perfecta postura alta forjada de piedras y cristal, tan frágil y fuerte a la vez.
Déjame ser aunque sea el hierro que te cubre, o permíteme mirar desde tu azotea esta ciudad que te acompaña, eres el milagro que me ha ayudado al contemplarte, a nuevamente encontrarme.

Vamos a agradecer a Gaudí que te haya hecho posible.

Carolina Idrogo

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