Concurso: Creando Historias. ||Por buff4@aurelionsol

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En mis sueños inquietos veo aquél paisaje. Aquél cielo encapotado con un barco —Danzante del Mar, se llamaba— a mar abierto, donde las olas me atacan y mi corazón se acongoja al encontrarme completamente solo ante aquella situación.

El mar me llama, reclama mi alma de marino por haber salido ileso de tantas situaciones donde otros mejores murieron. El cielo se oscurecía y las olas rompían al chocar contra el navío. El olor a agua salada, que antes me llenaba de júbilo, ahora me embargaba de terror. Era el último de mi tripulación, había perdido a todos mis amigos aquél fatídico día, aún podía escuchar los gritos de todos, verlos volar por los vientos o ser tragados por las olas. Donde hombres maravillosos habían perecido, yo era el único que había sobrevivido. ¿Por qué?

«Era un castigo divino», fue lo que pensé al principio.

Los había visto irse de uno en uno mientras me sostenía con firmeza a una cuerda que aspecto endeble. ¡Incluso había visto partes del barco quebrarse donde mis compañeros se sostenían! Recordaba el crujir de la madera y ver caer a los hombres al agua. Recordaba el inusitado cariño que el capitán le profesaba a Danzante del Mar.

—¡Danzante es una parte más de la tripulación, no solo es un barco, es uno más de la familia! —exclamaba el capitán siempre con su perpetúa sonrisa.

Al principio me era difícil entender las palabras del capitán, y el día de la tormenta me pareció impensable tomar a ese barco como parte de la familia. Si era un compañero más, ¿por qué había dejado morir a todos, por qué no los había protegido? ¡El sentido de un barco era proteger a la tripulación del mar, llevarlos a salvo a cualquier lugar!

Estuve varios días a la deriva para cuando llegó aquella noche. El cielo estaba despejado, una noche con un mar y un cielo negro que iban le hacían justicia al cómo me sentía. Sin embargo, en medio de toda esa negrura se alzaba imponente la luna, dotaba de belleza el cielo y embargó mi corazón de un sosiego repentino. No sabía cuánto tiempo había pasado admirando la belleza de la luna, pero lo cierto es que se me antojó una eternidad. Escuché un martillo chocar contra la madera y subí los peldaños de madera en medio de una carrera, el ruido podría significar que me había vuelto loco en medio de la nada o que había alguien con vida, pero lo que vi me hizo pensar, en principio, lo primero: la luz de la luna formaba la silueta de un anciano, a pesar de que el ser estaba hecho totalmente de luz podía ver sus detalladas facciones; poseía unos ojos que transmitían una sabiduría ancestral, una barba larga que cubría gran parte de su rostro y unas espesas cejas se alzaban encima de sus ojos, una nariz aguileña y varias arrugas, en sus manos tenía un martillo de luz prístina con las que había estado reparando a Danzante del Mar.

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—No te ves muy bien que digamos. Bueno, es entendible después de lo que has pasado, muchacho —dijo aquel ser con una voz armoniosa, increíblemente amable.

Si hubiera podido reír quizás lo hubiera hecho, pero la impresión de lo que estaba viendo era mucho mayor que cualquier otro sentimiento que pudo haber habido en mí en ese momento. Sin embargo, me encontré respondiéndole de inmediato e incluso más de la cuenta.

—¿Cómo podría estar bien? He perdido todo aquí… mis amigos, mis compañeros, ellos eran mi familia. Tendríamos que habernos quedado en tierra como dije hace meses, pero no quisieron escucharme… querían seguir todos con sus tontos sueños. ¿A qué costo, qué fue lo que ganaron? Todos murieron y me dejaron aquí solo… Solo con mi locura, aquí hablando con una invención de mi mente.

—Pensé que ya a estas alturas habías conseguido entenderlos a todos —el hombre hecho de luz se llevó las manos a la espalda—. Si ellos se hubieran quedado en tierra, no hubieran sido ellos, ellos eran lo que eran. Hombres del mar, hombres que seguían sus sueños, hombres que vivían y vivieron sin ningún tipo de remordimiento. Dime, ¿quién eres tú para ajusticiar los sueños de un hombre y catalogarlos de poco importantes?

—¡Ellos murieron por sus sueños! ¡¿Qué importancia tienen los sueños si perdemos la vida?! —le grité.
Hubo un momento donde los ojos amables de aquel hombre parecieron destellar de ira, pero duró apenas unos segundos, pues este subía sus brazos al aire y con una voz potente como la misma tormenta de antes resonó en todo el océano dijo:

—¡Los hombres no pueden morir así de fácil! ¿Ser tragado por el océano? ¡Un hombre muere cuando es olvidado! ¡Y los sueños de mis hombres los mantendrán con vida por la eternidad en los corazones del mundo! ¡Ellos son hombres libres!

Aquellas palabras me habían quitado las mías, no había una explicación para que ese hombre pudiera saber aquello, la única posibilidad era que todo esto estuviera pasando en mi mente, es lo que había creído. Una vorágine de recuerdos me temo que me abrumaron y perdí la consciencia.
…

Para cuando desperté estaba en la costa de una isla. Danzante del Mar estaba en un estado lamentable que era impresionante que no se quebrara bajo sus pies. El hombre de Luz estaba sentado y se veía más desvaído, como a punto de perecer.

—Para mí también fue difícil —dijo el anciano— ver partir a mis amigos. Eran también mi familia y aunque ellos habían decidido zarpar, mi único objetivo y sueño había sido proteger a las personas que amé. Eran mi familia… y murieron porque no les pude proteger.

Después de escuchar esas palabras todo cobró sentido para mí. Aquel hombre de luz al que le corrían lagrimas por sus mejillas era el único familiar al que no había considerado como tal: Danzante del Mar. Me acerqué hacia él e intenté tocarle pero no pude, obviamente, así que me senté enfrente de él y posé mi mano sobre su hombro, incluso cuando no podía hacerlo en realidad.

—De verdad eras tú… —le susurré.

Cerré mis ojos y me sentí como estúpido, yo era el único que se había comportado como un imbécil. Había sido egoísta, solo estaba pensando en lo que sentía y los culpaba a todos por haberme dejado… Pero no, Danzante del Mar me había protegido.

—Hiciste lo mejor que pudiste, Danzante de Mar —le dije sinceramente cuando abrí los ojos—. Gracias a ti estoy con vida. Estoy seguro que ellos están felices donde estén, navegando en un mar maravilloso y apacible, orgullosos de haberte tenido como compañero. Tan orgulloso como estoy ahora al comprender todo… Siempre fuiste el héroe entre nosotros.

El hombre sonrió y rio un poco. Cuando alzó su mirada a la luna y cerró los ojos en un gesto de sosiego parecía haber dejado un gran peso atrás. Sin embargo, verlo desaparecer y escuchar un “gracias” de aquella voz amable fue algo que siempre recordaría.

Desperté. Mi vida, día a día después de aquel sueño siempre era recibido por un cielo tranquilo y despejado, me paseo hasta aquel árbol hermoso árbol en la cumbre de la colina y leía los nombres de mis hermanos de tripulación caídos y les dedicaba una plegaría a cada uno de ellos. Sin embargo, el nombre que más significado tenía para él era el de su hermano Danzante del mar.

Ahora, me temo que me he vuelto tan impetuoso como mis hermanos en sus años llenos de salud y diversión. Siguiendo su ejemplo, ahora danzo libremente en el mar.

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Quiero agradecer la oportunidad de poder participar en este concurso. Asimismo, quiero invitar a @escipergo, @nestowo y @awaisuarez. @fjjrg, @cruzamilcar63 y @solperez.