Amor

Lo peor no eran las madrugadas del domingo a solas,
lo peor era despertar los lunes acompañado.
Había cierta riqueza en nuestra mirada,
pero había mucha más pobreza en las entrañas de los dos,
más de lo habitual.

Reconozco que no siempre fui el mejor,
pero nunca hay placer en nunca ser peor que ayer.
De eso y de otras cosas, jamás me arrepiento.
O quizá sí, o quizá no, o quizá.

Aun así, sin discutirlo, sin siquiera pensarlo,
nos enamoramos.
Fue amor,
de eso no me cabe duda.
Porque eramos más que la vida,
como el hielo que quema la suave piel,
como el fuego que inspira las cenizas
del agonizante fenix,
y aun así, nos enamoramos.

Duro lo que dura el ocaso,
duro lo suficiente para asegurar que no duro nada.
Más tiempo gastamos en abrir y cerrar los ojos,
que lo que duro nuestra eternidad,
y aun así, nos enamoramos.