Lugares Mágicos / En aquel Viaje de Tren

Buenos tiempos para vuestros asuntos, apreciad@s amig@s de Steemit; en la publicación anterior señalamos como la franja horaria en todo el sistema ferroviario; llegó a ser necesaria para una organización inteligente. He encontrado historias o recuerdos relacionados con el reloj y sus minutos y como personas, se han encontrado en instantes mágicos de reloj, precisamente en los trenes; acompáñenme, son interesantes…

Disculpe bella dama, espero no molestarla; faltan breves minutos para las doce y me gustaría que me acompañará a brindar por el viejo año; sin importar si fue bueno o menos bueno también; acostumbro a llevar mi champán y un par de copas de viaje; por si el destino, me permite hacer sonar el cristal en buena compañía. La mujer hizo un movimiento rápido, como si estuviera esperando siglos, para que eso pasara.

Extendió su delicada mano, para tomar la copa que le ofrecía su extraño compañero de cabina, en aquel tren, que nunca programo, pues perdió su vuelo, para reunirse con una de sus hijas. ¡La felicito señora, por su buen talante! - Me llamo María, dijo ella, con una tierna sonrisa ¿y usted? – soy Frederick, un amigo incondicional- Sabes, dijo ella; yo tengo uvas, ¿le parece adicionarlas a la copa y pedir deseos? – por supuesto, que sí, dijo el hombre, quién tenía el rostro iluminado-

Chocaron las copas en punto de 12, el tren hizo una parada, donde empezaron a lanzar al cielo luces de colores; y pasaron los auxiliares, ofreciendo copas para brindar; los dos recién conocidos no aceptaron la copa, pero sí salieron para saludarse unos a otros, entre pasajeros. Sonó música de nochevieja y las lágrimas asomaron por muchos rostros, unas lágrimas eran de alegría, otras de tristeza, algunas de esperanza.

Otras de sueños cumplidos. Sabes, dijo María- es lo más insólito que me ha pasado, llevo 5 años separada, con tres hermosas hijas y en este tiempo no había brindado con un hombre, menos con un extraño y jamás llegué a pensar, a bordo de un tren – es un honor para mí, dijo el hombre; soy viudo hace 8 años, mis 4 hijos están dispersos por el mundo. Escribo libros y columnas para revistas.

Siempre estoy encontrando historias dignas de compartir, quizás esta nochevieja sea una de esas… Al arribar el tren a la estación, la botella de Champán había desaparecido entre sus labios, brindaron por sus vidas, sueños y deseos; acordaron cada nochevieja, encontrarse en un tren, sin importar el lugar del mundo, pero juntos, para recordar su especial encuentro; sellaron aquel pacto con un beso y un abrazo de año nuevo.

Observe cómo llegaba, aquel tren en primavera, lento, suave. Dejaría pesares para unos y regalaría esperanzas para otros. Yo debía presentarme en una notaría u oficina, para reclamar una herencia que me había dejado, un amigo de deportes y risas; fuimos ciclistas, allá en nuestra primera juventud. Juntos aprendimos a ganar. Cuando ya estábamos bien fuertes, veíamos los trenes en nuestros entrenamientos, e improvisabamos historias de trenes.

A veces reales, pero, la mayoría inventadas; nos fluían de entre nuestras entrañas, yo decía: tengo que llegar a escribirlas; nunca lo hice, hoy siento profunda tristeza. Sobre todo, por las que mi amigo Eliecer me contaba, su imaginación no tenía límites. Murió hace un año, en un accidente de tránsito. Hace una semana su madre me llamó y dijo:

Eliecer siempre hablaba de ti, cuando viajábamos en tren; la noche de su última navidad me dijo: “Mamá si me pasara algo, y yo desapareciera, mi bici y los ahorros que tenga son para mi amigo de toda la vida”- A eso voy a la Madrid - no tanto para recibir, lo mucho o lo poco, que en su testamento reservo Eliecer para mí; si no para honrar nuestra amistad y su memoria. Teníamos programado dar la vuelta a Europa en tren, no le alcanzó el tiempo.

En aquel viaje, tuve que llorar en cada estación del tren, me acordaba de nuestros triunfos, de aquellas niñas que conocimos en un verano; que luego partieron en otoño para no volver a cumplir promesas. No pude parar mi corazón, él reclamaba los sueños que juntos prometimos cumplir; hoy, sólo son añoranzas…