Disfruta La Vida / Transformar todo en ORO

Bienvenidos a la segunda entrega de la brillante vida de un soñador de la posibilidad; continuamos brevemente con algunos apartes de la vida y obra del hotelero -Conrad Hilton- quien desde sus primeros años de comerciante siempre fue elocuente, poniendo a su servicio los secretos de éxito empresarial: 1) no vacilaba en trabajar las horas que fueran necesarias, 2) aprendía en la acción lo que era práctico y funcional.

Evidentemente el desafío importante era aprender a encontrar clientes. Fue el principio de un trabajo colosal para el joven. A las 18 horas cenaba algo ligero y se iba a dormir, pues a media noche tenía que estar de pie, para ir a la estación a buscar pasajeros que llegaban en el tren de la una de la mañana. Les cargaba las valijas, les entregaba la habitación, verificando que todo estuviera en su sitio, toallas, jabón, sábanas, etc.

Tomaba nota de lo que los pasajeros iban a querer de desayuno; dejando las notas en la cocina para que su madre y sus hermanas, atendieran al huésped. Reposaba otra hora y, a las tres de la mañana partía para ir a buscar los pasajeros que llegaban de madrugada; los dejaba instalados y reposaba otras horas hasta las 7 de la mañana, para incorporarse a las labores diarias, del hotel. En sólo 6 semanas se difundió la noticia del nuevo hospedaje.

Y como un juego de niños, el joven Conrad, aprendió todo lo relacionado con los horarios de los trenes y como regar la voz de su hotel, invitaba al hospedaje -Hilton- con postura y con seguridad: “Si tiene que hacer una parada o interrumpir su viaje de negocios, hágalo en San Antonio y disfrute de la comodidad y atención en la casa de los Hilton, tenemos la mejor cocina del oeste, y este muchacho lo hará sentir cómodo”

En todo momento y oportunidad, no dejo de repetir que las lecciones y el aprendizaje en aquella estación; no se podría comprar, ni por un millón de dólares. El éxito no se hizo esperar y hacía 1907, el joven Conrad prosiguió sus estudios y trabajaba a tiempo parcial. Junto a su padre, aprendieron a delegar y a contratar personal y lo más importante, a entrenar en el área medular: - como servir eficazmente al cliente / al viajero-

En dos años Gus (El padre de Conrad) y su familia se habían restablecido financieramente, lo que provocó un giro en la vida del joven Conrad, estudio en la escuela de minas de Nuevo México, donde pasaría 10 años adquiriendo conocimientos variados. Gus se aventuró en negocios inmobiliarios y le fue muy bien, y al poco tiempo le ofreció a Conrad la elección de quedarse con el hotel en San Antonio.

Aceptó gustoso, pues comprendió que en Sorocco, sería mejor sitio para su familia. Entonces comenzaría la segunda etapa de su magistral aprendizaje, ya como autónomo. Presto servicio en la marina de San Francisco. Hizo coqueteos en el mundo bancario, y en la inversión en minas; pero definitivamente tomó la decisión de seguir en la aventura hotelera, que siempre lo apasiono. Corría el año 1918 cuando su padre murió en un accidente.

Compró su primer hotel el “Mobley” en 40.000 dólares. Y volvió a llevar una vida al galope o galeote; donde volvió a los básicos aprendidos años atrás. E inició una filosofía que lo marcaría para toda su vida hotelera: “Transformar todo espacio en Oro” este primer hotel tenía 40 habitaciones y decidió darle buen uso a cada centímetro, no debe desperdiciarse ningún espacio, decía, y descubrió su famoso principio: “MiniMax”

Lo que significa- Precio mínimo, Servicio Máximo – El Melba fue un éxito financiero. Conrad Hilton sostuvo que, para triunfar, todo hotelero y persona de negocios, debe obedecer religiosamente este gran Principio: “Tenerle horror al espacio perdido, al esfuerzo perdido, al dinero perdido” en otras palabras: “Hay que buscar siempre la mina de oro” Compró el hotel Stevens en 30 millones de dólares; rebautizado como el “Conrad Hilton” siendo por mucho tiempo el mayor hotel del mundo con 2.800 habitaciones, hacia el año 1946, ya había fundado con sus socios la "Corporación Hilton Hotels".