Una Imagen, Una Historia: Bendición de la Playa.

Hoy me hace feliz participar en este creativo concurso de la amiga @franyeligonzalez ¡Espero que les guste, participen! Invito a @carlaisl y @genomil

Abraham y su hija Juliet, se encontraban paseando por las orillas de la playa de la ciudad, conversando sobre temas de la vida cotidiana. Era sábado por la tarde, el Sol brillaba y se reflejaba bellamente en las aguas cristalinas. No había prisa por llegar temprano a casa, porque era el día especial en que ambos podían pasear con tranquilidad, después de una semana ocupada llena de responsabilidades.

Mientras caminaban, Abraham vió un columpio, lo señaló y le insistió a su hija en ir hacia ellos. Ella le expresó que recién había cumplido la mayoría de edad, ya no era una niña para andar en esos juegos. Su padre rió y le dijo que el estaba en la "flor de su juventud", mientras se dirigía al juego. Su hija lo siguió, con los brazos cruzados y sin estar convencida.

Ambos se sentaron en los columpios y comenzaron a mecerse un poco, mientras observaban el bello paisaje natural. De la nada, Abraham comenzó a llorar. Juliet se preocupó, y le preguntó a su padre que había pasado. Él la miró, sonrió ligeramente, le dijo que se sentía muy feliz de tenerla a su lado, porque era su única familia desde que su esposa falleció, y que sentía como una bendición poder compartir con ella ese día en la brillante playa.

Juliet se conmovió y abrazó a su padre, diciéndole lo mucho que lo amaba y agradecía por todo. Le expresó que lamentaba haber sido rebelde en su adolescencia y causarle tantos dolores de cabeza por sus acciones. Su padre se rió y le dijo que lo importante era reconocer sus errores y aprender de ellos, además de expresarle que esa actitud la heredó de su difunta madre, una bella mujer con grandiosa personalidad.

Abraham comenzó a mecerse en el columpio, cada vez con más fuerza, y su hija empezó a hacerle competencia, mientras ambos reían y se divertían.

En un momento, Abraham se levantó de su asiento del columpio para excavar debajo de el. Su hija no entendía para que lo hacía, hasta que vió una botella de vidrio asomándose en el agujero que su padre hacia en la arena.

Su padre tomó la botella, se volvió a sentar, y miró a su hija con amor, expresándole que hacía más de 20 años había estado en el mismo columpio con su fallecida madre, quien decidió escribir una carta especial para su futura hija, deseando que pudiera leerla una vez cumplida la mayoría de edad.

En la carta, su madre le expresa lo mucho que la amaba aunque para ese momento aún no la tenía en sus brazos, todos los planes que deseaba tener junto a ella, anécdotas, consejos y demás. El escrito era extenso, lleno de amor y felicidad. Juliet lloró con cada palabra, deseando poder tener a su madre para abrazarla y agradecerle por darle la vida.

Abraham lloró y abrazó a su hija, expresándose que su madre la cuidaba desde las estrellas. Juliet sonrió, se sintió feliz y nostálgica. Ambos regresaron a casa, cenaron y vieron una película, y se fueron a dormir.

Juliet guardo en su cofre pequeño la carta de su madre, atesorándola como una bendición de la playa.