La Causa de Muerte | Relato

in #spanish6 years ago (edited)

"La causa de muerte"

Son las 7:00am del 1 de diciembre, demasiado temprano para estar levantada y fuera de casa, demasiado temprano para estar en uno de los lugares que menos me agradan en este mundo. Las blancas paredes, la iluminación intensa que se refleja en los pisos relucientes, el frío penetrante y constante, pero sobre todo el olor, ese olor a desinfectante y látex tan propio de las clínicas. Definitivamente preferiría estar en la comodidad de mi cama, o en cualquier otro lugar, y no en esta clínica, cumpliendo con el deber familiar.

Llegué aquí temprano para traer el desayuno a unos familiares, unos sándwiches improvisados. Una de mis primas, Luz, se encuentra hospitalizada, aparentemente grave y como era de esperar, han llegado muchos familiares para acompañar a Cristina, la hermana mayor de Luz, quien está a cargo de la situación. Lo cierto es, que no están del todo para acompañar, más bien es un asunto de curiosidad: saber qué le ha pasado a Luz y cómo llegó a estar tan crítica de la noche a la mañana, al punto de estar agonizando. Sí, yo sé que eso es lo que la familia está haciendo realmente aquí, averiguando algún nuevo chisme que les entretenga.

Pero realmente eso me da igual, yo sólo estoy porque mi madre prácticamente me obligó a ello. Mis primas son de un pueblo alejado de esta ciudad, no tienen dónde quedarse ni recursos para costearse los alimentos además de los gastos de la clínica, así que el deber familiar dicta ayudar. “¿Cuánto tiempo tendré que seguir en esto?” es el pensamiento rumiante mientras asiento con la cabeza, respondo con frases cortas y finjo una sonrisa tenue a los familiares que me dirigen la palabra.


"Todos están aquí, son como buitres que buscan la carroña. No, no. ¿Qué rayos sucede conmigo? Nada de carroña, Luz no puede morir, ni siquiera puedo pensar en ello. Además, no todos son unos buitres, ahí está la prima Ana, no la veía desde que era una niña y aquí está apoyando, ha traído desayuno para los que nos quedamos anoche en la clínica; parece una buena chica, me ha dado una sonrisa de ánimo esta mañana y lo mejor es que ella no hace preguntas".

"Esperando noticias"

La voz del Doctor interrumpe el curso de mis pensamientos, me llama para hablarme del estado de mi hermana, así que me levanto rápidamente de la silla del área de espera que me ha servido de cama en las últimas noches, intentando alejar al médico de los oídos de mis familiares, ellos no deben escuchar.

Ya se lo he dicho al Doctor, no puede revelar la verdad del diagnóstico de Luz ni hablar de ello con otra persona que no sea yo. Pero vaya que son unos entrometidos, otro primo y la tía Cecilia se han acercado para saber qué tiene que decir el médico, así que le hago señas con la mirada al médico para recordarle que mantenga la discreción y él parece captarlo.

El Doctor comienza a dar su parte, es un hombre bien parecido, en sus cuarenta, ha sido muy amable desde que llegamos, sin embargo, su mirada se centra en mí y lo que veo en ella hace que desee salir huyendo, pero no puedo, mi cuerpo se ha quedado congelado. Su voz parece llegarme desde un lugar lejano cuyo efecto es como cientos de puñales que atraviesan mi pecho, y yo ahí, inmóvil sin poder eludirlo, sólo me resta escucharlo pronunciar las temidas palabras:

— "El estado de Luz no está mejorando, bajo su condición de base no hay mucho más que podamos hacer. Ha llegado el momento de prepararse para lo inevitable” —

….“Lo inevitable” … “Lo inevitable”… y así de repente y sin más, el mundo a mi alrededor dejó de existir.


— “¿Cómo que no se puede hacer más? ¿De qué condición de base está usted hablando? ¿Qué tiene Luz?” —

"Derrumbándose"

No paro de increpar al médico en busca de respuestas, pero él solo mira a Cristina y luego me responde que quizás eso debería conversarlo con ella y se marcha. Cómo si no llevara las últimas 48 horas tratando de averiguar qué es lo que le ha pasado a Luz, pero Cristina lo único que me dice es que se trata de tuberculosis, ¡Tuberculosis! Si claro, a nadie le da tuberculosis así como así, y se muere así como así, ¡aquí hay algo más y lo voy a averiguar!

Miro a Cristina dispuesta a interrogarle sin tregua, pero entonces noto que se ha quedado estática y pálida, parece ser que las palabras del médico la han dejado en shock. Respiro profundo y decido poner pausa al interrogatorio. Me acerco y la rodeo con mis brazos, está helada, froto su espalda con mis manos y acto seguido comienza a llorar, es un llanto convulsivo y desenfrenado acompañado de gemidos dolorosos que son como arañazos que amenazan con partirla en dos a ella, a mí y a quien los escuche. Entre gemidos y lágrimas, oigo sus balbuceos, donde no hace falta preguntarse qué es lo que quiere decir. El sentimiento es claro y desbordante: “No por favor, Luz no”.

Le abrazo con más fuerza aún, no sé qué decirle, Luz es una muchacha tan joven, apenas cumplió 30, y para Cristina es casi una hija, siendo ella la mayor, ayudó a criarla. Sólo de imaginar lo que esto debe significar para ella, y para su madre, mi hermana ¡Dios mío! esto es una tragedia… No sé en qué momento, pero noto un sabor salado en mi boca y me doy cuenta que es el dejo de las lágrimas que brotan de mis ojos. Sí, estoy llorando junto a Cristina y el resto de la familia presente nos rodea contemplando la escena con ojos vidriosos y en silencio.


Justo cuando me iba la escuché, se me erizó la piel ipso facto y lo supe, Cristina recibió malas noticias. Pensé en irme igual, pero por alguna desconocida razón no pude, mi cuerpo no me obedeció y sin saber cómo ya me encontraba caminando hacia el origen de los gemidos y el llanto estremecedor. No me hizo falta ver la escena de cerca para sentir que estaba totalmente fuera de lugar y que a la vez no podía retirarme.

Tomó casi una hora hacer que Cristina se calmara lo suficiente como para sentarse con la mirada vacía en la sala de espera, mientras el resto de la familia transmitía la noticia a todos los conocidos. No paraban de hablar por lo celulares, las voces susurrantes que llevaban el mensaje de la muerte inminente.

"Susurros"

Me recuesto contra una columna y observo a Cristina, la piel pálida y el rictus de una persona que parece haber perdido el alma, la sensación de estar contemplando un recipiente vacío, un abismo oscuro e infinito me genera escalofríos. Cambio de dirección la mirada y noto que la tía Cecilia se acerca a mí. Es una mujer corpulenta, odiosa, siempre haciendo comentarios tan falsos como el color negro de su cabello tintado. Intento eludirle, pero es tarde y me dirige la palabra:

Cecilia (Ce): No puedo creer que nuestra Luz vaya a morir, tan joven, con tanta vida por delante.
Ana (A): Sí, es muy triste.
Ce: ¿Tú te acuerdas de cómo ella siempre animaba las reuniones familiares?
A: No tía, no la conocí mucho.
Ce: Oh, bueno, es que no vas mucho a las reuniones. Eso lo sacaste a tu padre. Pero Luz realmente era una muchacha muy buena, aunque quizás demasiado fiestera, le gustaba salir a tomar tragos a menudo, por eso no le duraban los novios. Pero era muy buena sobrina.
A: Me imagino.
Ce: No se lo imagine, es así. Lo que lo hace aún peor es que todo ha sido tan repentino, no me explico cómo ocurrió esto.
A: Todavía no ha muerto tía. Y ya escuchó, le dio tuberculosis, se complicó.
Ce: Yo no me lo creo, el médico dijo que había una condición de base, pero Cristina no quiere decirnos qué es.
A: Quizás Luz no quería que supieran. Eso debería respetarse, ¿no?
Ce: ¿Algo que no quería que supiéramos? y ¿por qué no lo querría?
A: No sé tía, no la conozco. Pero quizás no quería preocupar a nadie.
Ce: No, no creo que fuera eso. Cristina debería decirnos.
A: Deje a Cristina tranquila tía. Luz se va a morir ¿su muerte no es lo que deberíamos estar lamentando?

Y obstinada, pero disimilando todo lo que humanamente pude me fui de ahí. Mi tía no hace más que importunar, probablemente Luz no quería que se supiera su diagnóstico para que no la cargaran en lengua, para no ser el tema de cotilleo de moda… Y fue ahí, justo en ese momento, que supe cuál era la condición de base de Luz. La tuberculosis, la complicación, el deterioro agudo y el secreto, todo encaja. No la culpo por mantenerlo oculto, en esta familia hay demasiada ignorancia junta.


Me coloco la indumentaria necesaria para ingresar a la sala de cuidados intensivos donde se encuentra Luz. La bata, el gorro, el tapabocas, los guantes… sólo le agregan un tono más irreal a esta situación. Es como si me viera a mí misma a través de un espejo distorsionado, que muestra una dimensión retorcida de mi vida. Entonces, entro a la sala, te veo ahí acostada en esa camilla, hinchada, conectada a tantos cables y tubos, transfigurada, no pareces ser mi Luz, pero lo eres, esta es la cruel y horrible realidad.

Intento no llorar, no es así como quiero despedirme de ti, no es así como pretendo decirte que está bien, que ya puedes descansar al fin hermanita, aunque lo cierto es que me estoy muriendo por dentro al imaginarme tu ausencia. Me acerco a la camilla, el sonido de las maquinas que monitorean cómo te desvaneces me resulta similar al tic tac de un reloj que se burla de mi dolor. Sostengo tu mano en la mía, sin poder sentir tu piel por los guantes y mi mente vaga al recuerdo de aquel día que, sentadas en la cama de mi habitación, tuvimos aquella conversación tomadas de la mano.

Cristina (C): Bueno, cuéntame entonces de qué querías hablar conmigo, ¿se trata de un nuevo chico que anda atrás de ti? Ya tienes más de un año sin salir con nadie o, mejor dicho, no me has contado de nadie, así que habla, dime de quién se trata. Tremenda tos que tienes por cierto.
Luz (L): No hermana, no se trata de nadie. No es de chicos de lo que quería… de lo que necesito hablarte.
C: - ¿Entonces qué es?

En ese momento esquivaste mi mirada, como siempre hacías cuando dudabas en decirme algo, pero esta vez yo podía notar en tu rostro que algo andaba mal y sentí una punzada en mi pecho.

C: ¿Por qué esa cara? Me estás asustando Luz.

Cómo si acabases de encontrar el coraje necesario mientras mirabas al piso, tus ojos se clavaron en mi con determinación, y hablaste.

L: Primero que nada, esto que voy a decirte no se lo puedes contar a nadie más. Tienes que prometerme que no se lo dirás a nadie Cristi.
C: Luz ¿qué está pasando? ¡Dime de una vez qué está pasando!
L: ¡Primero prométemelo!
C: Te lo prometo, okey, te lo prometo, ahora por favor dime qué pasa.

Tu rostro se suavizó, la duda volvía a ti, lo podía percibir. Cerraste tus ojos cafés y con voz pausada fuiste hilando las palabras que nos trajeron a este momento.

L: No sé cómo decírtelo… Cristina… ¿Recuerdas cuando me iba a sacar las cordales el año pasado pero que luego lo dejé pasar y ya?
C: Sí, me acuerdo, ¿qué pasa con eso?
L: Bueno, para sacarme las cordales me pidieron hacerme una serie de exámenes, entre ellos unos de sangre, de laboratorio… Cosas como tipo de sangre, tiempo de coagulación, VDRL y VIH. Así que yo fui y me hice los exámenes. Lo que yo no pensé fue que los resultados me mostrarían que yo era… que yo soy seropositivo Cristi.
C: ¿Seropositivo? ¿Eso qué quiere decir?
L: Eso quiere decir que tengo VIH, hermana. Hace un año me enteré que tengo VIH. No, por favor no me sueltes, no me tengas asco.

No sé de dónde te salieron esas palabras, ¿asco?, Ni siquiera fui consciente de haberte soltado la mano y haberme levantado de la cama, simplemente me aterraba lo que decías. Pero al ver tu rostro consternado y dolido, respiré hondo y volví a la postura en la que me encontraba.

C: Yo nunca te tendría asco Luz, eres mi sangre, mi hermana. Pero no entiendo, ¿cómo? ¿por qué? ¿qué significa esto?

Apretaste mi mano, y con una sonrisa más bien triste en los labios, respondiste a mis preguntas.

L: El cómo, ay hermana, no siempre me cuidaba al tener relaciones, no pensé que esto me pudiera pasar a mí, pero obviamente la ironía de la vida probó lo contrario, me pasó a mí. El porqué, no sé y preguntármelo sólo me ha hecho caer en el hueco de la depresión y no puedo permitírmelo más. En cuanto a lo que significa, bueno el VIH es una condición difícil Cristi, muchos médicos me dijeron que podía vivir con él muchos años si tomaba los medicamentos y realizaba cambios en mi estilo de vida, pero la realidad es otra. Es complicado acceder a los antirretrovirales aquí en Venezuela, no pude seguir el tratamiento y entonces… todo el sistema inmunológico comienza a colapsar ¿entiendes?, mi cuerpo se ha vuelto contra mí. La tos que he tenido últimamente, temo que empeore, temo que me mate, temo que el SIDA si es una sentencia de muerte, y ya mi nombre está en ella.
C: ¡No, no, no! Tú no te vas a morir, tu no vas a ningún lado. Te voy a llevar al médico, y te vas a mejorar ¿me estás escuchando? ¡No te vas a morir! Luz, mi Luz, Dios mío, ¿por qué no me dijiste esto antes?
L: Yo no quería preocuparte ni a ti ni a mamá, pero sobretodo no quería que los comentarios de otros las hicieran pensar mal de mí. Sí, he asistido a muchas fiestas y tomado tragos para divertirme, pero eso no me hace una puta o una mala persona. Nunca hice daño a nadie. Es triste, pero la mayoría de la gente siempre piensa que las personas con VIH ya tienen SIDA, que son promiscuas, homosexuales o ambas, y eso es tan falso, no saben realmente nada y sólo atacan con sus lenguas venenosas. Yo no quería que todos empezaran a hablar así sobre mí.
Por favor Cristi, te lo pido, si enfermo, si caigo en cama, si muero… por favor no les digas que fue de SIDA, por favor no les digas. Prométemelo hermana, prométemelo.

…Te lo prometí, y lo estoy cumpliendo hermanita, lo cumpliré. Puedes irte en paz mi Luz, yo cuidaré de tu recuerdo por siempre.


Luz falleció ese 1 de diciembre a las 11:58pm. El certificado de muerte reflejó como causa un paro respiratorio. Cristina se mantuvo entera a sí misma de una forma que no me explico cómo lo logró, y por supuesto, nunca dijo nada de la condición de base de Luz, la cual temo que era VIH. Al igual que yo, inevitablemente otros miembros de la familia comenzaron a sospechar que esa era la condición base de Luz, la madera seca que había servido de sustento para el incendio que la consumió.

Pero al parecer, mi familia no sabe realmente de qué se trata el VIH y su diferencia con el SIDA. Escucho cómo susurran entre sí precauciones sobre si acercarse a la urna o no en el velorio, sobre si Luz era muy propensa a las relaciones con desconocidos, o si fue algún ex novio… Ignorancia e hipocresía, francamente sólo siento repulsión por ellos.

No me he atrevido a tocar el tema con Cristina, y no creo que nunca lo haga, de por sí no creo que vuelva a verla después de esto. Algo si me ha resultado sorprendente, a pesar de todo el cotilleo sobre el tema, nadie parece tener intención alguna de decírselo a Cristina, o de confirmarlo con ella. Supongo que es su manera de mostrar respeto.

Yo realmente creo que Luz murió de un paro respiratorio a raíz de la tuberculosis que la condujo a la etapa del SIDA… no lo sé, no me consta... pero sí sé con certeza una cosa: fue la ignorancia la que colocó los clavos de su ataúd.

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