10 años sin el Gabo.

Descubrí a Gabriel García Márquez (El Gabo) como muchos en el bachillerato por allá por esos años debías leer Cien años de Soledad estando en cuarto año, lógicamente es tan compleja la novela y éramos tan jóvenes que tuvo que ser el tiempo quien verdaderamente nos mostró la magnitud de esa obra y de su autor, hoy recordamos diez años de su partida.

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García Márquez fue un rebelde cultural, entre otras cosas porque fragmentó la distancia existente entre el centro de Colombia y la costa caribeña. En sus comienzos en la capital llamaba la atención su acento, la forma estridente y colorida de vestirse. Si bien arribó muy joven a la capital obteniendo en ella una porción esencial de su educación literaria, nunca se sometió a adecuar su estilo Caribe a las letras propias de Bogotá, sino que consiguió darle un soplo costeño a la capital, sin perder su esencia.

Se hizo escritor, en un país en el cual consagrarse laboralmente a la escritura en esa época era prácticamente un imposible. Practicó además un periodismo donde con su talento tan particular convertía una noticia en una historia humana de consecuencias universales. Nos enseñó con sus letras que la poesía y su simbolismo puede estar presente en todo. Tengo especial recuerdo por las mariposas amarilla de Mauricio Babilonia; un símbolo de amor y soledad, una extravagancia narrativa para vincular a dos seres que se amaron hasta la muerte. Nos narró de amor, de injusticias, de política, de guerras siempre perdidas e hizo de los latinos seres visibles en una sociedad mundial marcada en mucho por el europeísmo.

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El Nobel Americano más querido y más leído, sus obras son útiles para tomar consciencia histórica y aprender de los errores de las sociedades que en ella se muestran. Diez años de su desaparición física, un colombiano para siempre, aunque ya no tenga quien le escriba y algunos países de América sigamos viviendo Cien años de soledad.