Muchas veces solemos ir al mar de paseo, para disfrutar y pasar un rato agradable. Sin duda alguna, es uno de los lugares de nuestra naturaleza mayormente visitados y apropiados para tal fin. Sin embargo, siempre que yo le visito voy con otro objetivo, y es de expresar mis sentimientos y conectarme de manera viva con Dios; por otro lado allí descargo todas mis emociones y una vez calmada auto reflexiono y analizo las formas de como mas adelante poder tomar mejores decisiones.

Es importante resaltar lo que podemos observar y sentir cuando estamos frente al mar desde su contexto como ser vivo. Con su aroma respiramos el aire puro de la naturaleza, su sonido nos emana tranquilidad y relajación, el color azul y blanco nos transmite paz y calma, su brisa nos transmite fuerza y energía, y por ultimo la combinación que se hace a lo largo e infinito del mar con el cielo nos muestra un hermoso y bello paisaje que queda grabado en nuestra mente como un maravilloso recuerdo.

Suelo escuchar de muchas personas que el mar a manera descrita es agresivo, peligroso y emite pánico o miedo; considero yo que todo depende desde la perspectiva con que le veamos. Muchos le observan desde su estado de animo o desde las vivencias allí adquiridas, sin embargo el mar al igual que toda la naturaleza es un ser vivo creado por Dios para el disfrute y recreación nuestra, nunca será algo malo a menos que nosotros así lo tomemos.

Si vemos el mar desde otra perspectiva, yo pudiera expresar que es el lugar donde se conjuga la belleza de un ser vivo con los sentimientos y expresiones del ser humano, logrando de esta forma generar una estabilidad y bienestar en lo que como universo engloba.