Concurso Cervantes: 1ª Entrada
Lo primero que pensé al ver esta pintura fue desesperanza y a continuación se me ocurrió esta historia:
Correr o morir
Él corría con dificultad mientras sus pies se enterraban en la arena, con cada paso que daba se hundían más y más. Pronto la tormenta lo alcanzaría. Ya casi no podía ver, sabía que moriría atrapado bajo el polvo. Sería olvidado y enterrado en el desierto. El tiempo se le acababa. Nadie lo esperaba, pues escapaba de su pasado y ahora del peligro inminente. Corrió hasta no poder más. En sus últimos pensamientos estaba el terror de morir ahogado en seco, luego de eso llegó la nada.
Después de unas horas, despertó. Sentía como en sus pestañas se acumulaban los granos de arena y casi no podía respirar. Aún así, gradualmente salió del túmulo donde había estado sepultado momentos atrás. Limpiándose el polvo continuó con su huida, no con tanto afán como antes. Caminó y caminó por el desierto mientras el sol lo tostaba con sus cálidas caricias. No obstante, pronto éstos se convirtieron en inclementes rayos que resquebrajaban sus labios y lastimaban su piel. Las gotas de sudor corrían por su rostro, su espalda y sus piernas. Podía sentir como el vapor escapaba de su cuerpo y veía como se evaporaba para despojarlo de sus fuerzas, dejándolo vacío. Estaba profundamente derrotado, derretido y derramado sobre la arena. Ahora se preguntaba si no hubiese sido mejor morir en la tormenta, morir ahogado dentro de ella, en vez de morir exprimido y calcinado en el trayecto de su huida.
El tiempo pasaba mientras él continuaba caminando muy lentamente, con el cansancio a cuestas. Se animaba un poco al pensar que pronto vendría la noche y ya no estaría a merced del sol. Había pasado varios días caminando, sufriendo el mismo martirio. La sed, junto con el hambre, llenaban su ser. Soñaba despierto con retozar en un lago y como por arte de magia, divisó montañas a lo lejos. Con la esperanza de encontrar agua corrió desesperadamente, lo más rápido que pudo, agotando todas sus fuerzas. Únicamente pensaba en el oasis que lo esperaba: las aguas cristalinas donde podría saciar su sed, la sombra de sus palmeras donde podría descansar y quizás comer algo. El futuro era prometedor. De repente, no pensó más. Se desplomó sobre la arena. Su tiempo terminó.