Siempre me acusó de romántico, lo de él con las mujeres era algo animal, podría decir que en muchos casos, cruel; un perro de presa capaz de morderse él mismo en época de escasez.

Sus frases preferidas eran: “Consigue para los dos” “Tú sí pierdes el tiempo hablando; sé más directo”.

Las vimos la primera vez en el comedor, él me dio con el codo y me hizo un gesto con la boca para que las viera; allí estaban: Olia y Natalia. Las dos eran muy lindas, pero Natalia era extraordinariamente hermosa, sus ojos, pájaros azules que relampagueaban en el día.

Me dijo en voz baja: “Esa es la mía”. Él era el hombre más sagaz que he conocido en mi vida, pero una tapia para los idiomas, no había podido aprender ni una sola palabra en ruso.

Conseguí que las muchachas aceptaran nuestra visita a su habitación. Con algunos regalos a los vigilantes logramos entrar. “Esta noche matamos”, dijo mi amigo utilizando una de sus “delicadas” frases célebres.

Mientras yo besaba a Olia; él se mantuvo en una extraña actitud, no dejaba de verla, de golpe me tomó del brazo y me dijo: “Dile que yo digo que es la mujer más linda del mundo”. Se lo dije, ella sonrió y se quedó como una muñeca de porcelana; percibí en ella la timidez y la ternura capaz de transformar al mundo.

Pasó toda la noche mirándola, impávido.

Así regresamos noche tras noche, yo sofocado y pegado a Olia como una mancha, y él comiendo chocolates, tomando té y acariciándole las manos como mayor atrevimiento.
Tuvimos que partir una semana antes de lo previsto; el perro de presa entró en crisis, trató de aprender algunas palabras en ruso, lloró toda la noche desconsoladamente.

Vamos en el taxi camino al aeropuerto, mi amigo se apega a la ventanilla, los árboles desnudos de hojas se despiden con una melancolía solidaria. A lo lejos se ve el hotel donde quedó el descubrimiento de una nueva fase de la luna, el vidrio llora; lágrimas y gotas de lluvia se miran.

Así como me alejé del deporte, no supe más de Olia; el perro de presa regresó a Moscú, y Natalia es actualmente su esposa; ahora habla ruso casi a la perfección, con un tono amable, podría decir, romántico.

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