16 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. 1 Samuel 16-1-2 Reina-Valera 1960

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Cuando el profeta Samuel le informa a Isaí que Dios había decidido tomar uno de sus hijos para convertirlo en el nuevo rey de Israel, éste dio por hecho que se trataba de Eliab, militar de alto rango, buen porte, era el primogénito, vestía bien, estaba acostumbrado al protocolo real y sabía de administración pública.

Sin embargo, Isai quedó frio cuando es informado que Dios había escogido era a David, un jovencito que comía con los peones, sin ninguna preparación académica, lo único que sabía hacer era cuidar ovejas, enfrentar osos y leones, cantar salmos y tocar arpa.

Lo que marcó la diferencia entre estos dos hermanos es que mientras Eliab centraba su tiempo en asuntos terrenales y Dios no tenía mucha importancia en su agenda, David anteponía al creador a los quehaceres humanos y en sus labios nunca faltaba un salmo de alabanza a Dios por encima de cualquier dificultad.

Sin proponérselo, con su conducta David marcó huellas en el cielo y Dios lo sacó de detrás de las ovejas para convertirlo en el mejor rey que ha tenido Israel. Donde estás marcando tu huellas?

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